No te Va Gustar viene de tocar en Brazil, México y Argentina. Tuvo su presencia en la semana de la cerveza y el Cosquín Rock a principios de año, y se prepara para cuatro impresionantes Luna Park en la vecina orilla.
Es una banda que siempre sorprende. Brinda tanto shows multitudinarios a cielo abierto, como encuentros íntimos para un público reducido. Y difícilmente repita el orden de un setlist.
En una noche cargada de energía y nostalgia, La Trastienda se ilumina con la presencia de No Te Va Gustar, una banda que regresa precisamente a un escenario más íntimo después de varios años. El rugir de la batería y el poderoso riff de “Sin pena ni gloria” marcan el inicio de una velada intensa y rockera que mantiene su impulso con temas como “Cero a la izquierda” y “Al vacío”. Aunque la audiencia se mantiene cautelosa, La Trastienda revela una faceta diferente de la banda, acostumbrada a grandes escenarios al aire libre.
Saludando a Montevideo, Emiliano Brancciari, líder de la banda, introduce la noche con “A las nueve” y “Rata”, antes de reflexionar sobre el significado especial de tocar en La Trastienda, que celebra sus 15 años, coincidiendo con casi tres décadas de trayectoria de No Te Va Gustar. La banda, formada en junio de 1994, ha evolucionado con los años, estableciendo una alineación que incluye a músicos como Mauricio Ortiz, Denis Ramos, Martín Gil, Guzmán Silveira, Pablo Coniberti, Francisco Nasser y Diego Bartaburu.
El concierto se presenta como un viaje en el tiempo, con Brancciari anunciando un repertorio de 32 canciones para conmemorar los casi 29 años de la banda. La incertidumbre sobre el setlist agrega emoción, Emiliano bromea sobre canciones que tocarán solo esa noche, como la sensitiva versión de “Paranoia”. Los momentos más suaves llegan con la guitarra acústica, donde la banda reduce los decibeles y ofrece canciones como “Memorias del olvido”.
La interacción con el público se convierte en una parte fundamental del espectáculo, con Brancciari mostrándose cómodo e interactuando con el público como nunca. La respuesta a comentarios del público crean una atmósfera íntima, como si la banda estuviera “en casa”. Las canciones icónicas como “Clara” desencadenan un coro unísono al compás de murga y un festivo intercambio de aplausos entre la banda y los fanáticos.
El concierto toma giros inesperados con colaboraciones, como la interpretación de “Chau” por Vicky Ripa. Los clásicos como “Prendido fuego”, “Te voy a llevar” y “No hay dolor” crean una mezcla emocional de catarsis y recuerdos de “aquellas épocas”.
El broche de oro llega con “Cielo de un solo color”, un regreso estratégico después de que Uruguay se consagrara campeón del mundo en el Mundial de Fútbol sub-20. La energía desenfrenada persiste con temas como “El camino” y el emblemático cierre con “No era cierto”, que deja a la audiencia a tope con ganas de más.