En el día de ayer las mujeres se hicieron presentes, y su voz se escuchó en todo el país. Por streaming, videollamada, en tv abierta. La convocatoria era de parte del festival “Acá estamos”. Ese del que tanto se habló, ese al que tanto se cuestionó, del que tanto se calcularon números. Ese que buscó honrar mujeres artistas, trabajadoras, en una fiesta popular, accesible, cuidada y familiar.
“Parece que solo se nos puede criticar a nosotras, ¿verdad?”– decía Lali al final de la noche, entre la lluvia que comenzaba a bailar sobre la rambla de punta carretas, refrescando los cuerpos sedientos de libertad.
Acá estamos fue mucho más que un festival. Fue la unión de un pueblo que dejó a un lado las diferencias y se despojó de prejuicios obsoletos, para demostrar que es posible luchar en pro de la igualdad, con amor y sin violencia.
Muchas y muchos que por primera vez pudieron acceder a un espectáculo de tal magnitud y disfrutar de los shows de calidad que dieron cada una de las 9 mujeres que se subieron a cantar al escenario; además de las actividades y puntos de recreación a lo largo del espacio.
Acá estamos visibilizó que hay mujeres, y son muchas. Capaces de producir un espectáculo, conformar una grilla de éxito, brindar asistencia y mantenimiento, y realizar un registro audiovisual y editorial que quedará para la posteridad.
El amor como instrumento de medición: la otra cara del festival
Estaba previsto para las 15 horas, pero la incidencia climática hizo que se pospusiera hasta entradas las 18. Desde temprano sobre la rambla de Punta Carretas comenzó a formarse una cola, que para las 16hs abarcaba varias cuadras. ¿El motivo? Ubicarse lo más cerca posible del escenario y acortar la distancia física con su artista favorita. La mezcla de calor y humedad que brotaba desde las entrañas de la tierra se mezclaba con el murmullo de la gente y el color violeta de los pañuelos, en una escena cuasi caribeña.
Florencia Infante y Lucila Rada fueron las presentadoras que, minutos antes de las 18 horas se subieron al escenario a dar inicio a la jornada musical que se desplegaría en el escenario ubicado a escasos metros del Río de la Plata.
Mientras tanto, unos cuantos niños se divertían corriendo burbujas de jabón, próximos a la entrada ubicada a la altura de la ANCAP de Br Artigas.
Catherine Vergnes salió a escena con una energía arrolladora e inmediatamente los pies salpicaron barro en el predio. Apenas comenzaba su show con ‘La revancha’ y el ingreso al campo por el acceso oeste, se dificultaba.
Representante del folclore sanducero, con su gran sonrisa y su sombrero marrón, agitó a todas las edades que comenzaban a ocupar el espacio. Daba igual si era la primera vez que la escuchabas, al fondo las zapatillas se mojaban a ritmo de polka con un ‘El bailongo del rengo’.
Rompió el hielo de la tarde, con su folclore vibrante y se despidió con ‘Tapau de tierra’, de su disco ‘Soy campera’, con la misma energía con la que ingresó.
Con el sol besando el horizonte llegaron Sole Ramírez y Agus Morales, para interpretar un puñado de canciones frescas y en primera persona. Por su parte, Sole abrió con ‘nada’, en compañía de la voz luminosa de Agus Morales. Y ésta con su sencillo debut como solista ‘Te felicito’, un pop new age que acompañó los naranjas con los que se iba tiñendo el cielo, al caer la tarde.
Lucila Rada y Florencia Infante fueron un acompañamiento abrazador y necesario, entre un show y otro. Sobre todo, cuando los primeros niños comenzaban a separarse de sus padres, entre la multitud. La información de la ubicación de los puntos de encuentro, de hidratación y de asistencia médica, fue clave para lograr un encuentro cuidado y responsable.
Apenas caía la noche y el vaho cálido entre la gente, se hacía sentir; así como también las nubes grises que comenzaron a cubrir el cielo por el sur.
Cuando gran parte del predio estaba ocupado, salió a escena Sofía Alvez, con su fusión intensa y profunda, que sirvió como meseta reflexiva. Apareció caminando lento con guitarra en mano, y cuando tomó el micrófono las emociones se le dispararon del pecho y se propagaron hasta girar la mirada de quienes al fondo, de a poco se arrimaban.
Vanesa Britos entró como un huracán. Los problemas de sonido que tuvo al interpretar, ‘cobarde’ (el tema con el que abrió la noche) no la detuvieron; y fue el público quien le hizo de coro a su interpretación ininterrumpida.
La enganchó con ‘sobran’ y puso la rambla a bailar su plena sabrosa. A medida que las horas pasaban y los cuerpos sudaban ritmo tropical, el aire se volvía espeso. La temperatura aumentaba y con ella, el número de quienes comenzaron a desvanecerse. Por momentos, el personal médico y de seguridad pareció insuficiente para asistir a quienes se sintieron mal en un corto lapso. Pero lo que podría haber sido una tragedia, se transformó en un esfuerzo colectivo que permitió la rápida asistencia. Un túnel se abría entre la multitud y quienes estaban más cerca llevaban a quienes, producto de la falta de aire e hidratación, estaban al borde del desmayo.
Desde lejos, los vasos con agua circulaban por el centro del predio, y encima del escenario, Vanesa Britos cantaba ‘que poquito me conoces’, acompañando los movimientos de cadera con sus brazos, mientras las palmas de la gente completaban la escena.
Había diversión y se notaba en las caras sonrientes y en los cuerpos deseosos de baile. Había empatía y solidaridad y se notaba cada vez que alguien interrumpió su momento de gozo frente al escenario, para ayudar a un otro que se sintió mal. Se notaba cada vez que abrían paso para permitir la rápida asistencia; cuando se alzaba en hombros a un niño para que pudiera encontrar a su madre entre la gente. Había ganas y una excusa, y la cultura como nexo.
Ya con el cuerpo caliente, Agus Padilla sacudió el escenario con su contagioso reggaetón. Tiene un carisma que traspasa el género y una destreza para moverse por el escenario a paso seguro.
Se despidió, como no podía ser de otra manera, con ‘control’ e hizo levantar los pañuelos violeta, donde se leía “No estás sola”.
Con la noche ya sobre Montevideo, y el cielo iluminado por los relámpagos furiosos, Laura Canoura se despachó con sus canciones más potentes y en su versión más rockera.
“Es una enorme alegría estar acá compartiendo escenario con todas estas artistas tan importantes. Estamos todas acá porque somos artistas, pero esta noche en particular estamos acá porque somos mujeres. Marzo es un mes para marcar la diferencia, para advertir de las luchas personales y colectivas pero también y sobre todo, para hacer énfasis en que esas luchas persistan todo el año”– fueron las palabras que pronunció al tomar el micrófono.
E inmediatamente abrió su espacio con ‘Mujeres como yo’, y fue ovacionada por las casi 50 mil personas que a esa altura de la noche, desbordaban el predio.
Lució su talento y sensibilidad; lo enganchó con ‘detrás del miedo’ y las linternas de los celulares se encendieron como luciérnagas sobre la costa.
“Queremos agradecerles por esta noche tan memorable… a la Intendencia por seguir apostado a la cultura y la confluencia, y a convocarnos para formar parte de este momento único en el que conviven públicos diferentes para vernos a nosotras mujeres que nos expresamos en la música” – añadió justo después de terminar ‘Al sur de tu corazón’.
Entrada ya la noche, Daniela Mercury trajo su propio carnaval a la vecina orilla. Envuelta en una gran falda dorada que sus bailarinas y bailarines agitaban al compás de su cuerpo, se mecía de lado a lado a ritmo de ‘Mulheres do Mundo’. Deslumbró al público uruguayo inmediatamente.
Su energía avasallante y su alegría inevitablemente contagiosa fueron tan contundentes como su discurso revolucionario, antiracista y en pro del amor y la igualdad.
Siguió con ‘Swing da Cor’ y se movió incansablemente por todo el escenario, agitando a todos entre palmas y saltos.
Invitó al público a armar una gran coreografía mezclando los cuerpos como las aguas. Pero ante la falta de espacio para desplazarse hacia los lados, esta terminó en improvisados movimientos de cadera en el lugar.
Fusionó las palmas del candombe uruguayo con su ritmo de axé, en ‘Ilê Pérola Negra’ y hasta invitó a bailar al escenario a una mujer del público.
Daniela Mercury, que tiene la cura para la tristeza, inundó de alegría y pintó de colores las nubes grises que amenazaban con una lluvia desenfrenada.
“Hoy es una noche de las mujeres, una noche para unir el poder de grandes artistas de Uruguay. Vamos a continuar juntas por la igualdad, justicia, por la paz. Necesitamos de todos para establecer una democracia verdadera. No hay democracia cuando no hay igualdad entre mujeres y hombres. No hay democracia cuando las mujeres no tienen las mismas oportunidades que los hombres. Necesitamos igualdad, respeto y más que todo amor.”– Sentenció.
Sobre el final de su actuación se produjo uno de los momentos más memorables, y también la perlita de la noche. Daniela convocó a todas las mujeres que habían cantado antes que ella, y a Lali, que cerraba el festival, a cantar juntas el icónico ‘O canto da cidade’.
Entre las presentes, subieron Sole Ramirez, Agus Morales, Sofía Alvez, Vanesa Britos, Agus Padilla, Laura Canoura, y Luana Persíncula. Luana no se encontraba entre la grilla, pero tras la suspensión del festival del Rio en el que debió actuar previamente, no dudó en acercarse a la Rambla a ser parte de esta jornada histórica.
Entre todas, primero interpretaron a capela unas estrofas de ‘Río de los pájaros’ para terminar bien arriba con una emotiva ‘O canto da cidade’.
Rápidamente Luana copó la escena. Su alegría y emoción desenfrenada se hicieron notar; y Daniela la confundió con Lali Espósito, quien esperaba detrás de escena para cerrar la noche.
Fueron varias las ocasiones en las que la llamó Lali. Y Luana, con la inocencia de un niño que está viviendo su mejor sueño, ni se enteró. Bailó, cantó, agitó y disfrutó tan genuinamente, que en pocos segundos conquistó la noche.
Para cerrar un día histórico, Lali Espósito trajo nuevamente su Disciplina Tour a Montevideo. Esta vez, para ser interpretado ante una marea violeta que lo gozó en cada rincón. Salió a escena con ‘Asesina’, envuelta en los gritos de muchos que ansiaban vivir su show. Hizo 3 cambios de vestuario, bailó con una furia impresionante, se chapó a sus bailarinas y enganchó un tema tras otro, tratando de ganarle a la tormenta.
Para el último tramo, ya en su traje de cuerina rojo en mitad de la canción ‘Disciplina’, se impuso la lluvia. Duró unos pocos minutos, que alcanzaron a refrescar un poco el ambiente. Y lamentablemente a acortar el setlist de la artista, que tuvo que saltarse ‘Una na’ y ‘Laligera’.
No hubo crítica, lluvia o amenaza que pudiera opacar un día de encuentro por la igualdad, el respeto y la visibilidad de las mujeres en todos los ámbitos. Un día que demostró contundentemente que las mujeres pueden convocar multitudes, que pueden trabajar creando espectáculos de calidad, cuidados y seguros.
Un día que sentará las bases para que más y más oportunidades se sigan generando, para que cada vez sean más los aforos y la brecha de género se acorte.
Porque como canta Daniela Mercury:
“Mulheres que sempre foram arrimo de família, As cabeças, As matrizes. Quando a democracia aqui brotar … Você vai ver o amor que há”
Y vaya que se vio. ¡Acá estamos! Y vamos por más.