Hay constantes en conciertos multitudinarios. Largas colas para ingresar, gente que aguarda desde la mañana (muchas veces sin comer, bajo sol o lluvia), el ingreso corriendo para obtener el lugar más cercano al escenario, el vaho de los cuerpos amontonados que quita el oxígeno, la presión contra la valla, los ataques de ansiedad… y los desmayos. La euforia que genera el vivir un concierto de su artista favorito, desde la ubicación más cercana al escenario posible, sumado a los factores anteriores, son un cóctel devastador.
Muchas veces, el movimiento de los asistentes de salud comienza incluso antes de que el artista salga a escena. El procedimiento de seguridad y asistencia, siempre es el mismo. Quizá la diferencia estuvo anoche en que Duki, estuvo muy pendiente de lo que pasaba entre el público durante todo el show. Pidió que se encendieran las luces para ubicar a quienes se sentían mal y facilitar su asistencia. Pidió la colaboración y ayuda para quienes ubicaba desde el escenario. Detuvo el show más veces de las que pude contar. “¿Están bien”, “Vamos a tomarnos un minuto, perdonen la demora” – decía mientras pedía agua para el público. Incluso se retiró del escenario en una oportunidad para que la gente bajara la intensidad.
Estuvo pendiente en todo momento del público, y quiso asegurarse de que transcurriera lo más seguro posible. Porque calma, es algo que no se puede pedir en un concierto de Duki. “Cuanta energía hay en Uruguay hoy”, dijo al regresar a escena.
Hay constantes en un concierto de Duki. La multitud, la excitación del público, el pogo descontrolado, lo pendiente que está el cantante de que la gente la pase bien, el comienzo del show con “Givenchy” y su finalización con “She Don’t Give a Fo”. Y mucho, mucho fuego.
Lo del medio, es siempre una sorpresa. El setlist es similar al de la mayoría de sus shows, aunque siempre varía el orden. Hay infaltables como “Tumbando el club”, “Si te sentís sola”, “Sudor y trabajo”, “Pintao”, “Marisola” o la “Bizarrap session 50”. Pero también algún invitado sorpresa. En este caso, CRO fue quién se subió a cantar “Harakiri”, el tema que lanzaron juntos el mes pasado, en una versión muy energética.
También hubo lluvia, que aunque había cedido temprano en la tarde, comenzó a caer leve sobre la mitad del show. Se empaparon los cuerpos saltando mientras se coreaba “Top 5” y se producía un poco controlado. El fuego violento que salía del escenario evaporaba las gotas diminutas que no llegaban a caer contra la valla. Y hasta se podía ver de a ratos la luna llena que jugaba a las escondidas con las nubes grises que buscaban cubrir el cielo.
“Gracias por tanto amor y por hacerme sentir en casa”, dijo para despedirse, y volvió a tirar unas estrofas de Givenchy, para cerrar el ciclo.