Con ‘Holy Fuck’, Demi Lovato transformó el dolor y la rabia en un puñado de canciones que reclaman su identidad y el derecho a la libertad. Hay un torbellino emocional que expone. Se adueña de su vulnerabilidad y muta sus miedos y angustias en la fortaleza necesaria para salir al mundo y mostrar sus verdades.
Está la Demi de los comienzos, la que alguna vez quiso ser, la que eligió ser, la que emergió del caos. Todas ellas, conforman su presente. Un presente de introspección, transformación y aprendizaje.
Anoche, Demi Lovato no solo bailó con el diablo y exorcizó sus demonios. Se mostró vulnerable, sincera, rabiosa. Entre el glam rock y el grunge, enterró definitivamente su pasado oscuro y recorrió un nuevo camino en la búsqueda de su identidad.
Yo soy la verdad y la oscuridad
Sobre las 21:20, en un Movistar Arena a oscuras, se ubicó la banda conformada en su totalidad por mujeres. Entre ellas se encuentra Nita Strauss, que, escondida tras su melena rubia hace alarde de su virtuosismo, para introducir el sonido áspero que da comienzo a ‘Holy Fuck’.
Luego de unos segundos aparece, por el lateral derecho, Demi Lovato. Lleva la calma en el cuerpo y una sonrisa en su rostro. Un traje oversize negro con rayas blancas, tachas plateadas en la solapa, y los antebrazos al descubierto, dejando visibles sus múltiples tatuajes. Tiene un make up fucsia al mejor estilo glam rock, que acompaña con su corte de pelo, teñido de un negro muy oscuro.
Demi Lovato no solo muestra una transformación estética, sino musical y personal. Tiene la mirada serena y el semblante fresco.
Agita su cabeza mientras toca la guitarra y mira a la banda que la secunda. Tiene una agrupación de mujeres talentosas que la apoyan, vestidas totalmente de negro y con una energía que desborda el recinto. Al igual que el público, que se multiplica en gritos.
Ocho años después de su última presentación en Argentina, con una historia marcada por los excesos y la lucha contra la muerte, ‘Holy Fuck Tour’ es más que la presentación de un disco. Es la que surgió de desde la oscuridad, la verdad que emerge sin tabúes, la que se encuentra en una constante búsqueda de sí misma.
Con cada tema, se producía una catarsis no solo propia, sino de un público que por momentos se pronunció con una ferocidad excesiva, a la cual Demi tuvo que calmar.
Tema a tema fue descargando su rabia y despojándose de sus demonios. Con ‘Freak’, tan poderosa como su letra (que habla de la cosificación en el mundo de la industria) hizo su descargo post punk. Con ‘Substance’ bajó un cambio y recorrió de lado a lado el escenario, miró mucho al público y lanzó unos saludos a las gradas.
Al interpretar ‘Eat me’ (clara denuncia a la industria machista) jugó con los movimientos de su cuerpo, se agachó y acercó al borde del escenario, mientras un cartel se agitaba en el campo delantero: “Agradezco que estés viva”, se podía leer en él.
Volvió hacia atrás, pero desde la mirada del hoy, para cantar ‘Confident’, luego de presentar a la banda que la acompañaba.
De sus orígenes también recordó ‘Here we go again’ y ‘La la land’. Sus movimientos parecían ensayados, algo así como una especie de resguardo para las heridas que aún no sanan. También compartió su lucha y deseos de curarse con ‘4 ever 4 me’, y hasta hizo un cover de ‘Iris’, de Goo Goo Dolls.
Oscura pero luminosa a la vez, Demi daba pinceladas rock punk e hizo una versión muy rockera de ‘Sorry not sorry’.
La gran mayoría de su público transitó su carrera musical junto a ella. Muchos de los carteles que se podían leer, solicitaban canciones de un pasado que quiso enterrar. ‘This is me’ o ‘Get back’ fueron algunos de los temas más pedidos.
“Conozco a la chica que adoraban, se murió”– exclamó luego de observar algunos de los carteles. Y la sentencia fue clara.
“Si se siente identificados con esta canción, lo siento”– dijo luego, antes de cantar ’29’, ya sobre el final del show.
Por supuesto que no faltaron ‘Dancing with the devil’ y ‘Skin of my teeth’. Demi se sumergió en la oscuridad mas profunda para emerger de su dolor, en la búsqueda de la paz. Demostró que está bien no sentirse bien y no está mal mostrarlo y pedir ayuda.
Y anoche, un público enérgico la acompañó. Un público que se desgarró la garganta cantando ‘Happy ending‘ y celebró una versión muy rockera de ‘Cool for the summer’; el último tema que interpretó antes de desaparecer nuevamente en la oscuridad del escenario.