Cinco minutos bastan para soñar toda una vida, decía Mario Benedetti. La noción de tiempo, tan relativa cuando de emociones se trata, se estira o encoge a la velocidad con la que el corazón palpita.
No obstante, hay personas que tienen el don de detener el tiempo, capturarlo, amarrarlo fuerte a la vida y guardarlo en el estante de las memorias imborrables, esas que hacen cosquillas al alma y nos dan un sacudón al evocarlas.
Anoche, Malú envolvió el Palacio de Deportes con su burbuja, neutralizó el ruido externo arrasando como un huracán y supo detener el tiempo.
“…Hemos trabajado mucho para crear esa burbujita, crear ese lugar en el que hagamos un recorrido muy largo, de mucho tiempo atrás, sobre lugares de aquel tren que empezaba ya hace mucho tiempo; de aquel tren que sigue andando que sigue viajando y que sigue disfrutando de lo que hace. Vamos a hacer un viaje por todo ese camino, y sobre todo y lo más importante, es que estamos aquí, ahora, que no importa nada más, que lo que pase ahí afuera no nos importa, estamos aquí, nos reímos, cantamos, disfrutamos, y después ya se verá.” – diría minutos después de comenzar el show.
Dos horas, más de 30 canciones y un resumen de más de 20 años de carrera y de mil batallas libradas, que hoy, recorren España.
Soy una multitud alzando la voz
Cuando 21:30 se apagaron las luces y la percusión dominó la escena, la energía cambió completamente. El calor y la llanura de los días de espera haciendo cola en el palacio de deportes, se disiparon.
Minutos más tarde, la delgada sombra de Malú se divisaba a lo lejos, entre penumbras.
La ‘Ingobernable’ hacía su aparición ante un público que gritaba dejándose los pulmones en el palacio, dando fin a tanta espera. Y la burbuja se creó.
Malú pisa fuerte con la seguridad de quién ha transitado un largo recorrido y ya no teme a los tropiezos, con la firmeza de quien ha roto las corazas y se pone en el blanco de la mira, sabiendo que las balas no la derrumbarán.
El viento en la cara y la mirada firme, el cuerpo libre y los movimientos agresivos.
Recorrió el escenario de punta a punta con una energía desmesurada, dominó la escena y la moldeó a su antojo.
Bailó, disfrutó, se rió de sus errores e hizo cantar a su público en todo momento.
‘Abran fuego’ y ‘Contradicción’ siguieron para borrar definitivamente la línea temporal. Malú extiende los brazos mientras avienta su pelo de lado a lado. Se muerde los labios y lanza una carcajada para terminar luego en un agresivo movimiento de caderas, tirar un beso al aire y perderse en la oscuridad del escenario.
El tren se puso en marcha, realizando una parada obligada en su álbum ‘Sí’, de 2013, con ‘Me fui’ y ‘Deshazte de mi’. Mientras globos rojos sobrevolaban al frente, un grupo de chicas se abrazaban y miraban fijamente, con los ojos pequeñitos y la sonrisa amplia. “Te he visto por dentro y no brillas así”, canta Malú más adelante. Y se balancea en la butaca, extiende los brazos y coloca el micrófono hacia adelante, para escuchar como el recinto entero le canta.
Con pasos largos, como queriendo abarcarlo todo, camina feroz, de lado a lado, mientras interpreta ‘Deshielo’ y se golpea el pecho con fuerza. Detrás de sí, los destellos dorados de la pantalla gigante, hacen que los detalles de su mono entallado, resplandezcan su delgada figura que se multiplicaba en miles, cada vez que proyectaba la voz.
Mil batallas libradas. Un recorrido
“Ahora es cuando viene ese momento que con tanto amor, con tantas horas y con tantas ganas hemos preparado. Es de esos momentos que tanto queríamos hacer, ya le dimos diez mil vueltas de cómo lo íbamos a hacer, que viene, que no, que entra, que sale. Y conseguimos hacer esto. A mí me encanta y lo disfruto mucho porque me hace un recorrido, me manda a hace muchos años atrás y a mi me gusta, espero que os guste”.
Mil batallas introdujo un emotivo medley que la llevó por un recorrido desde ‘Cambiarás’ (1999) hasta ‘Oxígeno’ (2018). Con un tutú negro y el pelo que caía sobre su rostro, extendía las manos y llevaba su cuerpo hacia atrás, acariciaba el pie del micrófono y cantaba con la punta de los dedos.
Al finalizar ‘Duele’, se desprendió violentamente el tutú que llevaba amarrado a la cintura, dejando ver un corto vestido plateado con flecos negros y unas largas botas de cuerina. Abarcó pisando fuerte, con pasos largos, todo el escenario, mientras movía los hombros e interpretaba ‘Siempre tú’, ante un público que no dejó de cantar en todo momento.
Fue viajando a través de los años con ‘Me quedó grande tu amor’, ‘Te conozco desde siempre’, ‘A esto le llamas amor’ y ‘Desprevenida’.
Dio lugar a que sus músicos se lucieran, a la vez que hacía una breve pausa, para aparecer a los minutos para cantar ‘Que nadie’ y saltar con una energía inacabable.
Libró su ‘Guerra Fría’ con ‘Ahora tu’, mientras inclinaba su cuerpo hacia adelante y extendía los brazos. Hizo bailar muchísimo a todos aquellos que se dejaron la voz y la piel en el recinto, con ‘Secreto a voces’ y ‘Quiero’.
Tan solo una hora había transcurrido, y la noción de tiempo se había desdibujado completamente. Dentro de la burbuja, solo había espacio para la alegría del reencuentro y los momentos despojados que se disfrutan sin importar nada más. Solo el instante que hace vibrar el cuerpo desde la planta de los pies hasta la yema de los dedos.
La intimidad de un set acústico
‘Ni un segundo’ introducía el momento más íntimo del show y servía de meseta para bajar las pulsaciones y dar paso a la emotividad, al recuerdo y a las historias que se han marcado a fuego.
Acompañada de Rubén al piano, interpreta ‘Angel caído’ y ‘Vete’. En la oscuridad absoluta, con tan solo un foco que la iluminaba perfectamente, Malú acariciaba el piano con la punta de los dedos, se llevaba la mano al pecho y luego a la cabeza, para revolver lentamente su pelo.
Da unos pasos alrededor del piano y se dirige al centro del escenario para sentarse en la butaca, junto al resto de sus músicos, para cantar ‘Todos los secretos’ y ‘Devuélveme la vida’.
Se paró luego y poco a poco fue elevando nuevamente la energía con ‘Invisible’ y dejar nuevamente la noche a tope con ‘Toda’ y ‘Vuelvo a verte’.
Dentro del Huracán
“No os podéis imaginar las ganas que tenía de volver a estar aquí encima, de volver a veros, de volver a estar arriba de un escenario. Hace un tiempo ya que esta canción me apetece presentarla así, me apetece enseñarla en pequeñito. Pero además es que en este momento que vamos a compartir, de una forma, con una de ellas empezó mi carrera, me acompañó y me sigue acompañando hasta el día de hoy. Y curiosamente unos años después, con otra empezaba mi vida. Espero que os guste”.
Decía para introducir la emotiva ‘Tejiendo alas’, el primer sencillo que conocimos de su último disco, y ‘Aprendiz’, del primero.
La noche llegaba a su fin y Malú seguía el recorrido con ‘A prueba de ti’ y ‘Blanco y negro’.
“Muchísimas gracias de corazón por haber venido, espero de todo corazón que hayáis disfrutado, espero de todo corazón que la hayáis pasado bien. Esto lo hacemos, lo pensamos, nos volvemos locos. Lo sacamos adelante, y lo hacemos todo solo para que vosotros disfrutéis todo el tiempo en el que estamos con esas luces apagadas y estas encendidas. Espero que se os quede un cachito de sonrisa no solamente en la cara, sino también en el alma, que nos viene bien la música en directo, que nos viene bien otra vez volver a la vida.”
“Granada, gracias. Daría mil millones de explicaciones para contar porque después de toda una vida sigo terminando con la misma canción los shows. Pero es que yo no lo quiero terminar de otra forma, no lo puedo terminar de otra forma y tampoco me da la gana terminarlo de otra forma. ¡A sí que Granada, gracias! Nos vemos pronto” – Dijo con los ojos brillantes mientras desplegaba una amplia sonrisa.
Se despidió con ‘Como una flor’, entre mucho baile, alegría, movimiento de brazos y saltos.
Se llevó la mano a la cintura, levantó el mentón mientras el viento le daba en la cara, tiró un beso al aire, y se fue pisando fuerte con la misma energía con la que abrió el show.