Los Pericos rindieron tributo en la Sala del Museo del Carnaval a uno de sus discos más emblemáticos. Foto: Ivanna Fernández
Anoche, en la Sala del Museo, Los Pericos cumplieron uno de los deseos más profundos de sus seguidores: revivir el Big Yuyo. El disco, lanzado en 1992, es el cuarto álbum de estudio de Los Pericos y, sin duda, uno de los discos más importantes en la historia del reggae latinoamericano. Este trabajo marcó un antes y un después en la carrera de la banda, catapultándolos a la fama en toda la región y consolidando su lugar en la escena musical.
Ya no es un grupo de veinteañeros tocando frente a un público vestido de amarillos, verdes y rojos; ya no hay rastas, ni bolsos jamaiquinos. La audiencia, que en su mayoría supera los 40 como sus integrantes, se reunió para dejar que la música los transportara a los años 90, cuando este álbum consolidó a Los Pericos en la escena musical.
Desde el primer acorde de “Jamaica Blood”, la noche se vistió de tributo, y la Sala del Museo se convirtió en una pista de baile. “Nada que perder”, “Waitin” y “Runaway” fueron los encargados de seguir subiendo la temperatura. La banda, liderada por Juanchi Baleirón, se mostró en plena forma, con una ejecución precisa y una energía contagiosa que se transmitía a cada rincón del lugar.
Uno de los momentos álgidos de la noche llegó con “Complicado y Aturdido”, donde la nostalgia se mezcló con los recuerdos de viejos tiempos. No faltaron los homenajes, como el que hicieron a Horacio Avendaño durante la interpretación de “Waitin”, recordando al saxofonista que falleció en 2017. Ni los invitados especiales, y esperados… como Emiliano Brancciari
La lista de temas continuó con “Trátame suavemente”, “Me late” y “Su galán”, canciones que no solo funcionaron a la perfección en el set, sino que también demostraron la vigencia de la banda.
Para los más nostálgicos, “El ritual de la banana” fue la guinda del pastel. Este clásico, que lleva décadas acompañando a la banda, sigue siendo un imán para la euforia y el baile descontrolado. Como en los mejores tiempos, la fiesta culminó en lo alto, dejando claro que, a pesar del paso de los años, Los Pericos siguen siendo una de las grandes instituciones del reggae en español.
El show se despidió con la promesa de un próximo encuentro, pero anoche quedó demostrado que, mientras haya música, la fiesta no termina. El legado de Big Yuyo sigue vivo, y Los Pericos lo llevan con orgullo.