La Fiesta Nacional de la Confluencia 2025: Entre récords de asistencia y una diversidad sonora

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La Fiesta Nacional de la Confluencia 2025 culminó su 12° edición con récord de asistencia | Fotos: Renata Miani

El viento del río Limay traía consigo más que su habitual frescura: del 6 al 9 de febrero, la Isla 132 en Neuquén se transformó en el epicentro musical del país, con más de 1.4 millones de asistentes. La Fiesta Nacional de la Confluencia celebró su 12° edición, una cita que no solo se reafirma como la más importante de la Patagonia, sino como un símbolo del mestizaje cultural que define a la región.

Con una grilla que abarcó desde el folklore hasta el pop urbano, pasando por el rock argentino más visceral, el festival no fue una radiografía de cómo las músicas del presente dialogan con el pasado, mientras trazan un horizonte cultural.

Una apertura entre raíces y nostalgia

La jornada inaugural marcó el tono: Juan Fuentes, con su profunda voz folklórica, ofreció un repertorio que conectó al público con la esencia de los paisajes patagónicos. Le siguió Soledad, un nombre omnipresente en el folklore argentino, que logró revitalizar su legado con reversiones frescas de clásicos como El tren del cielo.

Sin embargo, fue Juanes quien desató un torrente de emociones. No solo desplegó los éxitos que lo han mantenido en el pedestal del pop-rock latino, sino que regaló un momento inesperado al interpretar Cuando pase el temblor de Soda Stereo. ¿El detalle que enloqueció a la multitud? Su breve incursión en el tango con Volver, cantado entre los asistentes, en un gesto que capturó la esencia misma de la cercanía que define a este festival.

La noche cerró con la cumbia santafesina de Los Palmeras, un ritual casi litúrgico que hizo bailar hasta al espectador más reacio. Para ese entonces, el festival ya tenía su primer sello distintivo: la celebración de las múltiples identidades que conviven en Argentina.

Entre generaciones y estilos: el contraste del día dos

El segundo día fue una lección de contrastes. Desde el cuarteto juvenil de Valentino Merlo hasta la energía desbordante de Turf, la jornada construyó un puente entre lo emergente y lo consagrado. Joaquín Levinton, con su ya acostumbrada irreverencia, no solo hizo alarde de su carisma al recorrer la pasarela en monopatín, sino que también demostró que el rock argentino aún tiene cuerda para rato.

Pero fue Tiago PZK quien realmente encendió la noche. Con su habilidad para mezclar freestyle y melodías, conectó con una audiencia que crece al ritmo de la música urbana. La participación de su hermana Ámbar en Sola dio un aire íntimo a un espectáculo que, por lo demás, fue un alarde de energía y frescura.

Rock, historia y carnaval en la tercera jornada

El tercer día trajo consigo un desfile de rock en sus múltiples facetas. Indios y Guasones representaron el lado más melancólico e introspectivo, mientras que Las Pelotas y La Vela Puerca aportaron la contundencia necesaria para marcar una noche épica. En un año en que las bandas uruguayas parecen reclamar un lugar preponderante en la escena argentina, La Vela demostró por qué llevan tres décadas encendiendo escenarios con clásicos como El viejo y Colabore.

El cierre, a cargo de Los Auténticos Decadentes, fue un carnaval. Su propuesta festiva no conoce límites, y su capacidad para transformar cualquier espacio en una pista de baile fue evidente en cada coro colectivo. Incluso los momentos más previsibles, como Tuta Tuta, se sintieron frescos gracias a su carisma inagotable.

Un cierre para la memoria: diversidad sonora y conexión emocional

La jornada final condensó la esencia misma de la Fiesta Nacional de la Confluencia. Desde el pop-rock argentino de Un Verano hasta el fenómeno de María Becerra, el festival demostró que sabe equilibrar tradición e innovación.

María Becerra, con su autenticidad característica, no solo presentó sus éxitos, sino que ofreció un vistazo a su proceso creativo con Tattoo, un tema inédito que ya genera expectativa. Su cierre, con el imbatible Automático y un medley electrónico, fue el broche de oro de una edición que no dejó cabos sueltos.

Más allá de los espectáculos, la Fiesta Nacional de la Confluencia reafirmó su compromiso con la cultura local. Las aperturas de cada jornada, a cargo de los ganadores del Pre Confluencia, mostraron el talento emergente de la región, mostrando que al igual que los ríos Limay y Neuquén, siempre encuentra formas de confluir.