La de anoche fue una velada histórica. José Luis Perales dio el último show de su carrera y Uruguay estuvo presente para verlo cantar por última vez sobre un escenario.
Sin dramatismos ni artilugios, el cantautor se despidió como comenzó: acompañado de su guitarra, con el andar pausado y la emoción en la mirada.
Durante dos horas brindó un repaso por los temas más significativos de su carrera, una recorrida por los clásicos de sus comienzos, los escritos para otros y los que compuso especialmente para la ocasión.
Dos horas en las que en familia, abrazados y con los ojos llenos de lágrimas, el público revivió aquel sentir de los temas de toda la vida, de la voz del cantante que siguen desde siempre.
Ya sobre las 20:30, en las afueras del Antel Arena, la emoción se desbordaba. Hay quienes llegaban temprano, para ubicarse con tiempo; algunas mujeres pedían para adelantarse en la cola, porque estaban muy ansiosas y no podían permanecer de pie a la espera de su turno. Otras, con la mirada vidriosa y la entrada temblando en sus manos, permanecían en silencio. Tan solo el preámbulo de lo que sería una noche inolvidable.
Balada para una bienvenida
Sobre las 21:15, los siete músicos que acompañaron a Perales durante esta última gira, se ubicaron en sus posiciones. A los pocos segundos, apareció la figura del español por un costado. Pantalón negro, y una camisa azul marino desprendida, que mostraba la camiseta negra que llevaba debajo.
Caminó lento, con los hombros bajos, la sonrisa tímida y la mirada humedecida. Permaneció unos segundos de pie en el centro del escenario, ante un recinto repleto que lo ovacionaba de pie. Con una discreta reverencia cruzó los puños, abrazándose; y comenzó a cantar su ‘Balada para una bienvenida’, canción con la que abrió los shows de esta gira.
“No quiero despedirme con una despedida” son las primeras palabras que, temblorosas, salen de su boca en forma de melodía. Dos focos cruzados lo iluminan, su semblante discreto acompaña el movimiento de sus manos al cantar, mientras las luces de los primeros celulares se encienden.
Esta despedida es una bienvenida, a sus orígenes de autor, a la paz de su guitarra y las historias que llenan las hojas en blanco. La bienvenida a seguir creando y contando, a volcar los sentimientos en acordes que seguirán recorriendo el mundo en otras voces.
Así, con el movimiento lento de sus manos, Perales fue hablando de sus sueños y proyecciones, y a través de su voz, poetizando la noche.
“Buenas noches y bienvenidos a una noche de música y encuentro. Qué, por cierto, ya era hora de un encuentro”. Fueron las primeras palabras que pronunció al finalizar la canción.
Una despedida que quedó un año en suspenso y que, con la ayuda de sus musas, transformó en una balada de esperanza y cobijo.
Entre aplausos que parecían nunca acabar, siguió cantando ‘Me llamas’, aquel primer track de su disco ‘Tiempo de otoño’, de 1979. Mientras tanto, en las primeras filas se levantaba una pancarta rosa en la que se podía leer: “Soy tu último espectador”; y más al fondo, con el pecho estrujado y el vibrato alto, alguien gritó: “¡Gracias, Jose Luis!”. Tan solo uno de los tantos momentos emotivos por los que atravesaría la noche.
Todos los celulares se alzaron, buscando capturar esas últimas imágenes que no se volverán a repetir. Algunos intentaron, aunque sin éxito, escabullirse por el pasillo para lograr un plano mas de cerca del ícono de generaciones.
Los aplausos se alargaban cada vez mas, el español los devolvía con una tímida reverencia entre tema y tema, y un gracias insonoro, que se podía leer en sus labios.
Le sucedió ‘Si’, canción con la que abre el disco del mismo nombre, allá por el año 1977. Al fondo, en las pantallas gigantes, los músicos se adentraban en los campos de Cuenca, los paisajes de su infancia.
Llegó ‘Cosas de doña Asunción’ y la nostalgia se hizo presente. Perales se coloca la mano en el bolsillo, camina a lo largo del escenario, como quien camina relajado una tarde de domingo. La guitarra marca el compás de sus pasos y su mirada se eleva. Sin quererlo quizá, a él también se le pasan las horas en el reloj, y aunque mañana ya no será domingo, habrá por fin dado la bienvenida a nuevos cantares.
Esas canciones de amor
De aquel primer disco ‘Mis canciones’, una de las más significativas y recordadas es ‘Celos de mi guitarra’. Aquella primera canción, como dijo anoche, se coló en las casas por mucho tiempo… hasta nuestros días.
Perales toma la guitarra y se sienta, hay recuerdos en su mirada. Con los ojos llenos de lágrimas contenidas, comienza a cantar ante un público que lo secunda.
‘Quisiera decir tu nombre’, ‘El amor’, ‘Y te vas’. Una a una sonaban esas canciones de amor que tanto se han dedicado a lo largo de casi 50 años.
Se produjo entonces, un suspiro unísono por parte de sus seguidores y un Antel Arena colmado las cantó a coro.
Para esta altura, el español había soltado una discreta lágrima que apenas desapareció justo en mitad de la mejilla. Estaba emocionado, agradecido, feliz. La calidez que recibió a lo largo de su extensa gira, terminaba de materializarse en este pequeño punto del mapa. Hoy solo quedará el recuerdo y vibrarán más que nunca nuevas historias.
Los minutos pasaban, los aplausos se mantenían, y Perales aprovechaba para dirigir unas palabras a los presentes entre tema y tema. Anécdotas, recuerdos, guiños a Uruguay, y alguna que otra broma a la edad y el paso de los años, que desprendió más de una carcajada.
Quizo hacer de la de anoche, una velada alegre, alejada de tristezas o eternas despedidas que enturbian la mirada y ahogan el pecho. Quizo, y lo consiguió. Una hora más tarde las personas abandonaban el recinto, con una sonrisa en el rostro.
Las canciones para otros
También se tomó el tiempo para poner en palabras lo que ha sido su trayectoria, sus procesos compositivos y las musas que lo acompañan. Hizo de la noche, un verdadero encuentro.
“Os quiero contar un secreto, pero no se lo digáis a nadie. Yo no quería ser cantante”. Dijo al finalizar ‘Y te vas’. Y siguió contando la historia de cómo sus composiciones pasaron a ser cantadas por otros artistas, como sucedió en un primer momento con ‘Y la llamaban loca’, interpretada por “el más importante grupo de voces que ha habido en España”, según manifestó. En referencia a Mocedades.
Son muchísimas las composiciones de Perales que se han hecho famosas en la voz de otros artistas. A lo largo de su trayectoria ha escrito canciones para Lola Flores, Rocío Jurado, Mocedades, Rafael, Paloma San Basilio. Muchas de ellas están en su más reciente recopilatorio, ‘Retratos’; y anoche, se dio el gusto de cantar por última vez.
Si hablamos de grandes éxitos que han popularizado otros artistas, no puede faltar ‘Por que te vas’. La banda sonora de la película “Cría cuervos”, del cineasta español Carlos Saura, fue popularizada por la británica Jeanette. Canción que recorrió el mundo y que es al día de hoy, una de las mas versionadas en varios idiomas, y por artistas de toda índole.
Eso es lo que tienen sus canciones, cuentan historias, hablan de emociones y sentimientos humanos que todos atravesamos. Expresados de una manera tan poética, hacen que puedan ser interpretadas por grupos de rock, heavy metal, pop, cumbia e incluso puedan ser viralizadas en algún TikTok. No hay fronteras para el autor cuando de contar historias se trata.
Otra de las canciones que se han escuchado en voces de otros y en la que participó también como autor Miguel Bosé, fue ‘Creo en ti’. Canción que está presente también en este último recopilatorio.
Un fondo azul colmado de estrellas se proyectaba detrás de él, mientras a su frente, en la oscuridad de las plateas, brillaban las luces de los celulares del público.
El movimiento de lado a lado y el cantar sentido de todos allí presentes cobijaron al autor, que se acercaba ya a la recta final de su presentación.
“Uno de mis grandes amigos en la música es un hombre para el que he escrito muchas canciones y se trata nada más y nada menos que Raphael. Una de las primeras canciones que se grabaron mías fue esta, cantada por él. Una canción que en esta ocasión la voy a cantar tal como nacen mis canciones cuando escribo, simplemente con una guitarra. Que desde luego no soy Paco de Lucía y una voz que tampoco es que sea Caruso (en referencia al tenor italiano), pero es lo que hay”– dijo, mientras robaba una vez más las risas de la gente.
Él, solo con su guitarra, sentado en una banqueta en el medio del escenario, interpretó la mágica ‘Amame’. Siguió con ‘Que pasará mañana’ y ‘Hoy me acordé de ti’, para el que contó con la compañía de su guitarrista.
Hizo un recorrido por aquellos primeros años, en la década del ’70. Con su temple característico y su sonrisa dulce, recorrió el escenario. Inclinando suavemente la cabeza hacia adelante, agradeció los aplausos humildemente, como si no fuese merecedor de tan grande ovación.
Recordó primeros amores, aquellas primeras canciones, historias propias y ajenas. Cantó y contó.
Habló de las musas que están siempre a su lado, incluso en los momentos en los que hay que enfrentarse a la hoja en blanco y pareciera que nada acaba llenándola. Una historia para introducir: ‘Melodía perdida’.
Mientras canta, lleva su mano al corazón; y cuando las luces del público se encienden, esboza un gesto espontáneo de sorpresa, al ver el recinto colmado gritando su nombre.
Saluda a las tribunas superiores y procede a contar otra de sus anécdotas. Perales tiene el don de engancharte con su decir bonito, poetiza sus experiencias y hace que cada intervención sea una composición en sí.
Llegó la década del ’80 y con ella ‘Amada mía’, ‘Canción de otoño’ y ‘El y ella’. El fondo acompaña cada canción entre tonalidades rojas, ocres, paisajes otoñales y de su tierra natal.
Delante, Perales extiende los brazos y los vuelve hacia sí mismo, para abrazarse. El gesto no le alcanza para agradecer, pero su sonrisa y la mirada brillante lo complementan.
Gente maravillosa, ya pisando la década del ’90, fue una canción que compuso inspirado en los mensajes que las personas dejaban en las páginas de los periódicos. Esos mensajes escritos por personas solitarias en busca de compañía, lo llevaron a componer el tema que interpretó a continuación.
En la pantalla resaltan los mensajes de un papel de diario, buscando ser leídos por alguien más que, también en la soledad de su habitación, siente que alguien le escribe.
Perales mira la pantalla, gira su cuerpo levemente hacia adelante, camina hacia un extremo y se inclina hacia la primera fila, extendiendo los mensajes hacia todos los presentes.
Son muchas las canciones de José Luis Perales que han marcado generaciones. Hay una en especial, que según contó, es su favorita. La que escribió para los niños de aldeas infantiles.
‘Que canten los niños’ ha sido cantada en las escuelas por generaciones. Esos mismos niños que la interpretaban en un acto de fin de curso escolar, son los que anoche la corearon en su compañía.
“Escribí esta canción soñando con que mucha gente la cantara un día, no por la vanidad del artista, simplemente porque ojalá sirva de alguna manera para tocar el corazón de la gente y pensar que hay muchos niños que necesitan de nosotros. Muchos que son felices, muchos que no pueden llegar a serlo. Para todos ellos escribí esta canción”.
Me iré calladamente
Sobre el final de la noche, por primera vez Perales se refiere a este concierto como el último de su carrera.
“Este es mi último concierto y es muy especial porque en todo este tiempo que os he visitado, he pensado que sois gente muy especial y bastante generosa”, fueron las palabras que escogió para recordar que estaba cumpliendo un ciclo.
“Ha sido un año difícil para todos, pero he tenido esta oportunidad de acabar esta gira que es ya la última en este lugar y con esta gente que los llevaré en mi corazón, de verdad.
No me gustan las despedidas pero me voy a despedir como no podía ser de otra manera con una balada para una despedida.”
Sonó por última vez en un escenario, en compañía de sus músicos, la balada de los adioses no buscados, y los recuerdos duraderos.
José Luis Perales, el poeta cuyas canciones han recorrido el mundo, luego de medio siglo sobre las tablas, se bajaba con una sonrisa en el rostro, y la mirada limpia.
Presentó a sus músicos y las luces del escenario se apagaron. Durante cinco minutos con euforia, llanto y entre gritos, la gente lo ovacionó. Solo se escuchaba su nombre pronunciado al unísono por la multitud, y los aplausos.
Volvió a los minutos para interpretar ‘Un velero llamado libertad’, ‘Y cómo es él’ y ‘Te quiero’. Tres de sus mas grandes éxitos. Despidió a sus músicos y ya solo en mitad del escenario, se dirigió por última vez:
“Esta noche no me quiero ir sin cantarles una canción muy especial que compuse hace muchos años pensando en un día como esta noche… Volvemos a una guitarra que es como empecé, y cuando vuelva a casa pensaré en que canción nueva os pueda regalar más adelante”.
Tomó su guitarra y se sentó para interpretar ‘Me Iré Calladamente’. Al finalizar, solo pudo extender los brazos y tirar un beso al aire en agradecimiento.
Se puso las manos en los bolsillos, repasó el recinto con la mirada para guardar ese último instante en la retina, y se fue caminando lentamente, en silencio, hasta perderse en los bosques de Cuenca.
Siempre que haya una historia que contar, habrá una melodía y habrá poesía. Y allí estará él para contarla. Será hasta que nos volvamos a encontrar en nuevas canciones.