Ismael Serrano es español, cantautor nostálgico de voz grave y poeta de las canciones tristes. Artista comprometido que susurra su canto, proyecta sus emociones y las convierte en arte.
Ismael Serrano derrumba los clichés de cantautor solemne y los prejuicios de un pasado idealizado. Usa remeras de Star Wars y tiene el andar sereno, y el paso firme.
Ismael Serrano lleva veinticinco años sobre un escenario, siendo compañía, refugio, caricia, impulso. Veinticinco años contando historias y musicalizando relatos que median entre la melancolía y la esperanza en el futuro.
Ismael Serrano se está presentando en Montevideo. Trae consigo su pudor maquillado y su derrota poética. Sus encuentros y desencuentros, sus desengaños y anhelos. Trae consigo al hombre que quería cambiar el mundo, con la garganta colmada de emociones cercanas. Trae esperanzas y la felicidad colectiva, como un último acto de rebeldía.
Seremos
Una puesta en escena sencilla, una silla y una mesita sobre la cual reposa una botella de vidrio y un vaso. Un piano blanco en el que se puede ver un ave junto a una esfera de vidrio naranja, un violonchelo, y su guitarra.
No necesitó más. La propuesta mezcla la música con lo teatral y pretende hacer no un recorrido, sino una reflexión. Serrano reflexiona acerca de la construcción de la identidad propia y colectiva, sobre el paso de los años, el éxito, el fracaso, y el amor.
A través del diálogo y sus canciones, nos sitúa en un tiempo y espacio anterior, pero desde una mirada actual. Juega con el tiempo. Contextualiza los temas y estructura su relato de modo que nos permite dar una mirada a este cuarto siglo de trayectoria, de historias propias y ajenas, y de sentires colectivos.
Durante dos horas y media, Serrano nos lleva de la mano con el cantautor que fue, el que es, y el que anhela. Y lejos de estar inmerso en una soledad melancólica, nos invita a reconciliarnos con el mundo, en compañía.
Definirse por descarte
Entradas las 21 horas, el auditorio se puso a oscuras inmerso en un silencio absoluto. Un tenue foco de luz cálida iluminó el piano, desde donde se escucharon las primeras notas que indicaban que el show comenzaba con ‘No soy’, el primer tema de su último disco, ‘Seremos’.
Entre los focos verticales color azul, se dibujó la silueta de Ismael. Lentamente y con guitarra en mano, se paró en el centro del escenario. Casi sin esfuerzo, pero con una solidez que cosquilleaba el pecho, su voz envolvió el auditorio.
Apenas se escuchaban los susurros de la gente, que no podía evitar cantar; pero que a su vez, trataba de emitir el mínimo sonido posible.
Con la frente en alto, la mirada al cielo, y el gesto abstraído fue desmitificando la figura de cantautor melancólico, de aquel que idealiza el pasado, del letrista salvador y el amante empedernido.
Así, el español abría la puerta a una noche de introspección, que invitaba a mirar más allá y a proyectar y a celebrar la esperanza.
Siguiendo con el hilo argumental, Serrano deja la guitarra para sentarse en una silla gris que tiene ubicada detrás, junto a la mesita ratona.
Una voz en off, a cargo de la actriz Elena Ballesteros, es la encargada de llevar adelante la puesta en escena. Ismael será el entrevistado en un informativo vespertino llamado “La palabra dada”.
El acting que tendrá lugar a lo largo de toda la noche, consiste en la asistencia del músico a dicho programa, donde presentará algunos temas en vivo, y charlará con la entrevistadora (con la cual tiene un pasado en común) de su nuevo trabajo y su trayectoria.
¿Es más fácil definirse por descarte, por lo que no soy? – comienza preguntándole Sandra, la entrevistadora.
A partir de allí se abre el diálogo mediante el cual; el músico, apostando a la auto parodia, intentará desmitificar la figura del cantautor.
Reivindica la memoria y reflexiona sobre el pasado, como preludio a cantar ‘Porque fuimos’. El público lo acompaña con tímidas palmas en el estribillo. Alguno que otro se anima a levantar su celular, no más que a la altura del pecho, para inmortalizar ese momento.
¿Por qué compone?
El español reflexiona sobre la esperanza en el futuro y sobre cómo intenta dar sentido al mundo a través de sus canciones. Se para, cierra los ojos e interpreta ‘Vértigo’, de su primer disco (‘Atrapados en azul’), mientras lo rodea un aura de luces azules que se mezclan con el humo blanco.
Traga saliva, hace una pequeña pausa sin quitar la mirada del techo, y continúa con ‘Sucede que a veces’ y ‘Soltar’.
El tenue juego de luces entre azules y lilas, va dando la sensación de paisaje onírico, mediante el cual, el público transita por la memoria de las canciones de su juventud.
De vez en cuando, Ismael baja la mirada para observar a la gente, que con ojos cristalinos, no le quita la mirada.
Abandona por un momento la guitarra, y al entonar las primeras sílabas de ‘Alfonsina y el mar’, se escucha un suspiro unánime.
Ismael se lleva su mano izquierda al muslo y lo aprieta suavemente, mira hacia abajo y apenas se balancea al compás.
Unas filas más atrás en la platea, una mujer rompe en llanto ante la mirada de algunos, que se voltean disimuladamente a observarla, con los ojos llorosos. Un momento íntimo que sólo es interrumpido por los aplausos al finalizar la canción.
Poco a poco, entre tandas publicitarias, Ismael va dando paso al futuro. Habla de sus planes, y bromea con un posible retiro. La autoparodia roba unas cuantas risas a la gente, que con la atención sostenida, no le quita la mirada al músico.
Éste se dirige a un costado del escenario, toma la bola naranja de vidrio que está encima del piano y juega con ella mientras interpreta ‘Pequeña criatura’. La pasea por sus manos. Observa tras ella con la inocencia de quién quiere descubrir el mundo, pero con la sabiduría de quien ha recorrido un largo camino. La vuelve a colocar encima del piano y se va por el costado del escenario, para volver luego de unos minutos de aplausos ininterrumpidos, a cantar ‘Si se callase el ruido’.
De amores y encuentros
Por supuesto que la noche también transcurrió entre historias de amores y desamores. Recordó su relación con Sandra (su pareja ficticia cuya voz en off es interpretada por Elena Ballesteros), aquellas primeras veces, los deseos de juventud y el mar…. Hasta se permitió citar a Karen Blixen en “The life of a story teller”. Obra que quizá sea más conocida por haber sido llevada al cine en 1985 y protagonizada por Meryl Streep y Robert Redford.
“La cura para todo siempre es el agua salada: el sudor, las lágrimas, el mar”
The life of a Storyteller – Karen Brixen
Entre saltos generacionales, se va despojando de su mirada melancólica y de un pasado idealizado, para deducir junto a Sandra, en quiénes se han convertido.
Apoyado sobre el piano y casi a capella, canta unas estrofas de ‘Take on me’, en una versión muy Ismael Serrano del clásico de los ’80 de la banda Noruega.
Con los primeros amores, también vino el recuerdo de los primeros viajes. Contó su primera vez en Latinoamérica, que por supuesto sirvió de contexto para cantar ‘Vine del norte’.
Tras una breve pausa en la que se alejó del escenario unos minutos, regresa para situarnos nuevamente en el presente y cantar ‘Cállate y baila’, ‘Y mientras tanto’ y ‘La primera que despierta’, de su último disco.
Se suelta un poco más, y luego de jugar a encestar en una papelera, unas bolas de papel que había armado con un diario, continúa verborrágico, con un monólogo que habla del amor y el universo. Recuerda sus armas de seducción de juventud, y su ruptura amorosa. Cita su propio tema ‘Éramos tan jóvenes’ y se ríe de sí mismo y de su mirada retrospectiva.
Teoriza sobre la pérdida y los desengaños, y canta ‘Sin ti a mi lado’.
La nostalgia del poeta
Ismael canta con las manos. Marca el compás con sus dedos mientras el reflejo de la guitarra dibuja una media luna en el lateral del teatro, que lentamente desaparece en las escaleras.
Sigue con ‘La llamada’, ‘Ven’ y ‘Que andarás haciendo ahora’.
Continúa recordando su época de juventud amorosa, las promesas, los veranos de la infancia. Y hasta reflexiona sobre la propia nostalgia.
Ve las cosas con otra perspectiva. Hace un paréntesis para hablar sobre cómo ve sus canciones hoy en día, y como las veía cuando las escribía. Como se veía él y a sus padres, y como se ve hoy en día como padre.
El cantautor que quería cambiar el mundo nos enseña que no estamos solos, que en alguna parte del mundo hay otras personas que sienten lo mismo, que pueden echar luz sobre nuestra propia oscuridad.
Detiene su relato, cierra los ojos, levanta la cabeza y comienza a cantar ‘Papá, cuéntame otra vez’. El auditorio estalla en aplausos y Serrano, que permanece de pie en el centro del escenario, se toma el tiempo suficiente para escucharlos y recorrer lentamente con su mirada todo el espacio.
Canta ‘Ahora que te encuentro’, hace una tímida reverencia, presenta a sus músicos y se va en medio de una ovación de pie.
Luego de unos cuantos minutos en los que le pedían que siguiera cantando, regresa para dar las gracias al público por haberlo acompañado durante estos veinticinco años.
“Todos, todas, hemos tenido en algún momento la tentación de rendirnos de tirar la toalla, pero por suerte hay ciertas cosas que te rescatan… que te reconcilian con el mundo. Quizá saber qué hay gente como nosotros, con más interrogantes, que comparte tu visión de mundo, comparte la incertidumbre o el miedo ante lo que ocurre. Saber que uno está acompañado te hace sentirte más fuerte en momentos así, te hace sentir que no todo está perdido. Y fundamentalmente para eso sirven las canciones, o para eso creo que sirven, más allá de que uno pueda transformar la realidad… te hace sentir acompañado. Yo sin dudas me he sentido acompañado durante estos tiempos, tiempos difíciles, tiempos de tristeza y en los tiempos de celebración”.
“Como verán, en estos 25 años si algo no he aprendido es a sintetizar porque lo único que quería hacer es dar las gracias” – bromeó, con una sonrisa dibujada en su rostro.
Y continuó:“Si alguna vez sienten que se van a rendir, recuerden que en algún momento fuimos felices cantando viejas canciones, que hubo algo que nos unió, que no están solos y que alguien quizá al otro lado del océano tararea como ustedes una vieja canción que lo hace reconciliarse con el mundo”.
Se despide con ‘Recuerdo’, ‘Últimamente’, ‘Amores Imposibles’ y ‘Eres’. El auditorio permaneció de pie, aplaudiendo ante un escenario vacío. Ya con las luces apagadas, algunos comenzaron a retirarse, dando una última mirada al escenario, con la esperanza de que saliera una tercera vez.
En uno de los laterales superiores se escucha un grito a todo pulmón: “¡no se vayan!”, y los aplausos se intensificaron.
Así, Ismael sale una última vez para cantar ‘Ana’, con la mirada vidriosa y ante la calidez de un público que no lo quería dejar ir.
Lanzó un beso al aire acompañado de un “Hasta siempre Montevideo”; y ahí sí, se marchó, con la promesa de un regreso.