Anoche, Fito Páez festejó los 30 años de un disco que marcó un antes y un después. ‘El amor después del amor’ no solo es el disco más vendido en la historia del rock argentino, es una joya que lo catapultó a la fama internacional. Un disco de culto que inmortalizó canciones como ‘Pétalo de sal’, ‘Tumbas de la gloria’, ‘La rueda mágica’, ‘Brillante sobre el mic’, ‘A rodar mi vida’, y por supuesto ‘El amor después del amor’. Motivos para celebrar hay muchos y muy diferentes. Se los ve en los rostros sonrientes de varias generaciones que anoche colmaron el Antel Arena, el primero de tres.
El amor después del amor
Las luces tenues, al fondo, una pantalla roja y la voz de Fito que envuelve el recinto. “El amor despues del amor tal vez”, el himno que ha quedado grabado en el inconsciente colectivo desde hace treinta años. Hay aplausos, emoción, euforia y mucha ansiedad ante la figura de Fito que aún no se manifiesta en el escenario. Hasta que, luego del brutal puntapié con que arremete una de sus coristas, el músico aparece en escena de un salto y el público estalla en aplausos. Con movimientos bruscos recorre el escenario y su pelo queda algo despeinado. No necesitó encender al público, que ya estaba parado culminando el estribillo cada vez que Fito les colocaba el micrófono.
En el reflejo de sus gafas de marco naranja aparecía fugazmente el piano negro de cola, ubicado en el extremo izquierdo del escenario. Piano al cual se dirigió luego avisar que el disco lo iban a tocar “todo de corrido”.
Se sentó y comenzó a cantar ‘Dos días en la vida’. Y así fue, uno a uno y en orden interpretó los catorce temas que componen ‘El amor después del amor’. Con sus inconfundibles movimientos, saltos enérgicos y la manera característica que tiene de marcar el compás con sus manos.
Cerrando la primera parte con ‘A rodar mi vida’, y luego de haber repasado por completo el disco, hace una breve pausa.
“Voy a ponerme guapo y vuelvo”, dijo. Y se fue corriendo tras el escenario. Mientras en la pantalla, una cuenta regresiva marcaba un conteo de 10 minutos, que fue lo que duró la pausa.
El homenaje de Fito a Milanés
Tras su regreso, con un traje verde agua y sin gafas, se sentó nuevamente al piano para interpretar ‘Para vivir’, de Pablo Milanés, en un sentido homenaje. Fue quizá el momento más emotivo de la noche, tanto para los presentes como para Fito. Mientras cantaba, en la pantalla detrás permanecía el rostro en blanco y negro de Milanés, que detrás de sus gafas, miraba directamente a cada uno de los presentes, y al cantante, al mismo tiempo.
Al finalizar, el músico se levantó del piano, dando la espalda al público para observar en la pantalla el rostro del cubano, mientras lo aplaudía. “Olé, olé, Fito, Fito”, gritaba la gente. Y el músico, que no pudo contener la emoción, se llevó las manos al rostro y rompió en llanto.
Segundos después, alentaba a la gente a seguir aplaudiendo la presencia etérea de Milanés, mientras agitaba los brazos.
Tras el conmovedor homenaje, la segunda parte siguió con clásicos de su trayectoria como ‘El diablo de tu corazón’, ‘Al lado del camino’, ’11 y 6′, ‘Yo vengo a ofrecer mi corazón’, ‘Circo Beat’ y ‘Ciudad de los pobres corazones’.
Lágrimas, abrazos, risas, nostalgia y esa manera tan peculiar que tiene Fito de transformar el escenario en una celebración que siempre, siempre deja un buen sabor de boca.
Luego de más de dos horas de show, se despidió rápidamente, para volver luego de unos minutos a interpretar los bises. Que por supuesto coronaron la noche con ‘Dar es dar’ y ‘Mariposa tecnicolor’.
“Y hoy solo te vuelvo a ver…. Y hoy solo te vuelvo a ver”, quedó haciendo eco en los rostros sonrientes de quienes poco a poco desalojaron en Antel Arena