Coti, luego de haber participado en el América Rockstar festival de Punta Del Este, volvió de forma presencial a los escenarios montevideanos.
La cita era a las 21hs en el complejo Sala Show. A las 20 horas la fila para entrar al recinto, que aún mantenía sus puertas cerradas, ocupaba ya, toda la cuadra.
Público de todas las edades, desde quienes transitaron su adolescencia descubriendo los primeros pasos del cantautor en el mundo de la música hasta los más jóvenes, adolescentes del hoy que poco a poco se adentran en la amplia trayectoria del cantante argentino.
En pareja, con amigos, o solos… las ganas de disfrutar del show en vivo se hacían presentes. Se podía escuchar, quienes impacientes tocaban la puerta, esperando que les dejaran entrar; mientras otros, discutían acerca de cómo se organizaría la entrada. Como si los días de conciertos fuesen un recuerdo lejano.
Coti, quien ha cosechado éxitos que se mantienen a lo largo de los años, hizo un repaso por sus 20 años junto a la música, esta vez junto a toda su banda, Los Brillantes.
Alegre y muy vivo, brindó un show íntimo, donde dialogó a lo largo de la noche con su público y hasta se permitió ironizar acerca de los protocolos sanitarios vigentes en cada lugar, avivando la polémica.
Volvemos a vernos
A las 22 horas, y luego de ser teloneado por Mariano Montaño (guitarrista de Mano Arriba), se ubican los Brillantes en el escenario del Complejo Sala y entre el humo y las luces esmeralda, sale Coti a escena.
Jeans y remera batik, saco negro y su infaltable sombrero. Coti está de regreso.
La elección para abrir la noche no podría ser mejor: ‘Por ahí’. Tema que estrenara en plena pandemia, y que refleja el anhelo y la sensación de muchos en este último tiempo vivido.
“Tocamos fondo y volvemos a vernos
Agarro la mano que con alegría me das
…
Difícil pasar tanto tiempo sin volver a vernos
Difícil mirar a otro lado cuando hay emoción”
Las mesas coronadas por alguna que otra botella de cerveza, se humedecían con las gotas que derramaban los vasos; mientras los presentes ubicados en sillas de a cuatro, aún no se animaban seguir el ritmo.
La nostalgia de concierto se percibía en los ojos vidriosos de quienes dirigían fijamente su mirada al escenario. Los protocolos establecidos, reprimían el deseo de levantarse de la silla e ir corriendo hacia adelante.
Sin prisa pero sin pausa continuó ‘Días’, como reafirmando esa nostalgia pre pandemia, donde se bailaba y se saltaba, abrazados, encima de los hombros de algún amigo, o simplemente abarcando esa sensación de libertad al poder moverse por toda la sala sin restricciones.
Tendencioso o no, el repertorio se acoplaría casi a la perfección a un público que poco a poco, se dejaba llevar, dando rienda suelta a la emoción suscitada.
Hay tanto que quiero contarte
“Hoy me vine con ganas de hablar… Todo el poder de síntesis que tiene que tener un escritor de canciones para decir tantas cosas en tres minutos, me la dejo ahí. Después no tengo ningún tipo de poder de síntesis”– dice Coti en referencia a que antes de cada tema, comenzaría con una breve introducción.
La risa cómplice y los silbidos de la gente, animaban al cantante a continuar los relatos, que se iban sucediendo de manera totalmente natural.
Los recuerdos se fueron suscitando unos a otros a través de aquellos clásicos que lo colocaron en los primeros lugares e hicieron que vendiera millones de discos.
‘Antes que ver el sol’, ‘Profundidad’, ‘Andar conmigo’, fueron algunos de los temas con los que se daba paso a una noche para el recuerdo.
Este último tema, compuesto en Madrid junto a Julieta Venegas, se llevó la ovación de toda la sala. Se escuchaban a lo largo y ancho del recinto quienes gritaban: “ídolo”, “grande Coti”, “te amo”, “genio”, “sos el uno”. Poco a poco la frialdad que generaba un aforo limitado y la distancia que separaba unas mesas de otras, fue disminuyendo con el calor de esos gritos y aplausos, que llegaban como una ráfaga al escenario y robaban sonrisas a Coti y Los Brillantes.
Mi musa preferida
‘Canción de adiós’, como el título lo indica, es una canción para despedirse de las relaciones que han llegado a la recta final, de las personas que no queremos en nuestras vidas. Pero también, como menciona Coti antes de cantarla, es una canción para decir adiós a una adicción, a un trabajo, a una etapa de nuestras vidas, a uno mismo…
Es un intento por desdramatizar el adiós, porque cuando uno aleja cosas que no quiere, deja espacio para que nuevas entren. Porque cuando una puerta se cierra, siempre se abre otra, o se abre una ventana.
Etapas de la vida que hay que cerrar, pero no precisamente las que marcaron su carrera discográfica, no esta noche, no con Coti.
Como el mismo dijo, las canciones que uno compone, siempre serán de quien las compone; no importa lo que pase o quién la cante. Haciendo referencia también al conflicto generado con Diego Torres por la autoría del tema, ‘Color Esperanza’.
‘No dudes’, ‘Tu nombre’, ‘Luz de día’, ’50 horas’, ‘Donde están corazón’, no hubo un tema que el público no coreara.
La ovación tomó nuevamente protagonismo, y al grito de “olé, olé, olé, Coti, Coti”, el público comenzaba a moverse en su lugar. Atrás quedaba la incomodidad de verse limitados a un espacio dentro de la sala. Cuando la emoción no pudo contenerse, los cuerpos comenzaron inevitablemente, a bailar. Primero moviendo los brazos, luego con la cabeza balanceándose de lado a lado, para dar paso a la soltura con la que el resto del cuerpo acompañaba el ritmo.
Los protocolos, la ironía
“Me parece raro, anoche había cien mil personas todas juntas, saltando, bailando cantando… y ahora estamos a cien mil kilómetros y no nos podemos parar. Es raro”– Ironizó Coti, en referencia al festival American Rockstar de Punta del Este en el que participó la noche anterior.
Festival que rápidamente generó polémica por la inexistencia de distancia social y tapabocas. Mientras que en Montevideo los protocolos son sumamente estrictos, el aforo es reducido, el uso de tapabocas y distancia entre butacas, obligatorio; las condiciones en las que se realizó el American Rockstar fueron inmediatamente cuestionadas por productores, músicos y demás integrantes de la escena musical Montevideana.
“El protocolo de esta sala es así y está bien, lo tenemos que respetar porque es el protocolo de la sala… pero es una locura. ¿En Montevideo es así? ¿Y allá no? ¿Había quince mil personas y no es así?” – Comentó el cantante, mientras trataba de escuchar la explicación de su staff, que le decía que el festival en cuestión se había realizado en otro departamento y los protocolos eran otros.
“¿Posta? ¡Pero tardé 45 minutos en llegar! Primero que nada hay que respetar, porque sino se suspenden los conciertos y nosotros lo que más queremos hacer es conciertos… lo que pasa es que es raro. Quince mil personas había paradas todas juntas ¡tremendo! Acá estamos a cien kilómetros y tenemos que usar tapabocas?”
“Yo antes de salir al escenario le pregunto a mi manager como es el protocolo, porque en todos lados es diferente, a 20km es diferente el protocolo, acá en la esquina es diferente, una locura” – continuó ironizando. Mientras se escuchaba el murmullo del público, que optó por no manifestarse en favor o en contra de las palabras del cantante.
Porque no hacen falta palabras de mas
Como si la noche no fuese a terminar, la moza de la sala se paseaba entre las mesas tomando más pedidos y repartiendo latas de cerveza.
Alguna que otra pizza también se disfrutó. Muzzarella, cerveza y Coti. Sus clásicos de todos los tiempos y el recuerdo de los años en los que se formaban grupos de amigos los veranos en la playa. La banda personal, reuniones cerveza mediante, y que acompañados de una guitarra se cantaban, bañados de atardecer, temas como ‘Bailemos’, ‘Lento’ (esa canción alegato a la lentitud, como el mismo Coti refiriese), y ‘Otra vez’.
Lejos han quedado las reuniones masivas y los besos extraños, los teatros repletos y el pogo frenético. Ya aprendimos a cantar con la mirada y a bailar de medio cuerpo, es el turno de retomar poco a poco el ritmo de las noches de conciertos. Porque ya “tocamos fondo y volvemos a vernos”.
Entre estrofas la gente se para, haciendo carne esa frase del tema que más lo desborda, como queriendo materializar la emoción suscitada.
“Me llamaron por teléfono para decirme que está todo bien, se pueden parar. ¡Parense! ¡Hay que bailar ahora!” – dice Coti luego de regresar al escenario para su último bis.
Sonó así, ‘Color esperanza’ y las primeras filas se volcaron hacia el escenario, toda la sala de pie, bailaba libre, dando el cierre que todos querían. Un final de la noche de recuerdos y para el recuerdo.
‘Nada fue un error’, tema que la gente ovacionó y cantó de principio a fin. Casi dos horas que pasaron tan rápido, como una afirmación de que algo tan buscado, siempre es un acierto.