Visiblemente más concurrido que el día anterior, el último día de Cosquín Rock se despidió con himnos del rock, homenajes, sorpresas, y un pogo salvaje que sacudió la Rural del Prado hasta entrada la madrugada.
Por momentos el acceso al ruedo se dificultó, y la salida entre banda y banda, aún más. Hasta se formó una especie de marea humana, donde para desplazarte hacia los baños o el escenario Renault, solo debías dejarte llevar por la sinergia de los cuerpos.
Si todavía que daba alguien con la resaca del día anterior, las guitarras de Cristhian Cary los devolvió a la onda Cosquín de un trión. Antes, Eté y los Problems agitó con Jordan. Un agite contenido, casi de etiqueta. Subieron trompetistas de La Vela Puerca y hasta cantó Dani Umpi junto a ellos, el tema “La Yuta”.
La Triple Nelson arrancó por lo nuevo. Temas como “Aquellas Calles”, “Información” y “La Llamada”, sonaron de su último disco. Christian tuvo problemas con el retorno, los mismos que tuvo Mollo horas más tarde cuando se subió al escenario Antel. Tan solo un detalle que hasta pasó desapercibido para muchos.
Mientras tanto, en el escenario Renault Bhavi ponía a todos a transpirar a puro auto tune. Eras apenas las 16 horas y el trapero ya había recorrido los temas más significativos de “Cinema” y “Pochoclos”. Los mezcló con temas de su álbum “Abducción” y convocó a una importante cantidad de gente que respondió con una fuente de energía inagotable, como la que Bhavi desplegó en el escenario.
León Gieco subió al escenario acompañado de Agarrate Catalina. Osciló entre clásico, murguero, cargado de blues y también de rock. Generó un pasaje íntimo al comienzo, cantando “Gracias a la vida”. Invitó a Sandra Vázquez a interpretar “El fantasma de Canterville”, uno de los temas más aplaudidos. Puso a todos a bailar con temas como “El Ángel de la Bicicleta” y “Hoy bailaré”. Y por supuesto no faltaron “Solo le pido a Dios” y el final murguero con “La Violencia”.
Seguidamente, Julieta Venegas convocó un público destacable. Había muchas ganas de escucharla y se lo hicieron saber. Comenzó el show detrás del teclado, para pasar luego a su inseparable acordeón. Con su voz calma y su sonrisa permanente, agradeció mucho a los uruguayos y celebró el encuentro con esos temas que todos querían escuchar: “Lento”, “Limón y Sal”, “Eres para mí”, “Andar conmigo” y “Me voy”. Temas que fueron coreados de principio a fin, emocionando a la mexicana, que mostró su gratitud en todo momento.
Aprovechó para generar conciencia sobre la violencia de género, para hablar de lo duro que es ser mujer y andar sola, sobre todo en determinados contextos, y de la importancia de ponerse en los zapatos de una mujer.
Conociendo Rusia salió entrada la tardecita con “30 años”, de su disco “Cabildo y Juramento”. Mezcla de pop-rock. Sus canciones suelen presentar ritmos electrónicos que acompañan muy bien la puesta en escena de Mateo Sujatovich, quién se lució con unos guiños a los clásicos del rock.
Sus melodías simples pero efectivas, parecen quedarse mucho tiempo después de haberlas escuchado. Ya entrada la noche hizo un repaso prolijo por “Cabildo y Juramento”, que alteró con temas más recientes como “Mi casa tu casa” y “Mundo de Cristal”.
Del otro lado, Juan Casanova invitaba a Víctor Nattero al escenario. Interpretó grandes temas como “Viviana es una reaccionaria” o “Flores en mi tumba”, y aportó un toque de nostalgia en los rostros de los más veteranos. Rostros que se iluminarían ante el anuncio de Juan: la vuelta de Traidores, que darán un show en Junio, en la Sala Museo del Carnaval.
Entrada la nochecita, No Te Va Gustar congregó a la mayor cantidad de gente hasta el momento. Entró con toda la energía cantando “Mas mejor” y desató el pogo. No Te Va Gustar tiene algo que hace que la gente se desinhiba. Los cuerpos entran en una especie de trance por el que la música fluye, y adquieren liviandad. Todos y cada uno de sus temas fueron coreados con euforia. No fue para menos, hicieron un recorrido por clásicos de clásicos. No faltaron “Al vacío”, “Verte reír”, “Pensar”, “No hay dolor”, “Reevolución” y “Fuera de Control”, que cantó con Mota.
Emiliano aprovechó para celebrar la vuelta de Hereford, lo lindo que es tocar “en casa”, e invitó al escenario a cantar “Chau” a Zoe Gotusso. La argentina, que seguidamente tocaba en el escenario Renault, entregó una interpretación que le hizo honores a la de Julieta Venegas, que había cantado unas horas antes en ese mismo lugar.
Para esta altura, el ruedo ya desbordaba de gente. Y eso que del otro lado Zoe Gutusso convocó una cantidad de gente que superó la capacidad del predio donde se ubicaba el escenario menor.
Y no solo el predio pareció quedar chico. Al fondo, los puestos de comida estaban muy concurridos. Y comenzaron algunos malhumores de las esperas para obtener una hamburguesa o un chori, y de quienes las preparaban por la presión de la gente. Momento que aprovecharon para dejar en claro que estaban trabajando mientras los demás disfrutaban. Lo que produjo una catarata de sentimientos encontrados que iban desde bromas y malestar, hasta ingeniosas técnicas para obtener el pedido antes.
En ese panorama salió Ysy A. El hombre sismo, como se llama a sí mismo, hizo alarde de sus cadenas, interactuó muchísimo con la gente, y se apoyó en los visuales, el humo y los lanzallamas para conquistar a la audiencia.
Luego fue el turno del trío Divididos. La aplanadora salió a escena para dar su cuota de rock, clásico y del bueno. Al fondo, colgaba una remera de Eté & los problems, que habían tocado temprano en ese mismo escenario. El mismo Ricardo la había pegado con cinta cuando armaban la puesta en escena para el próximo show.
La historia con Divididos y Ernesto Tabárez, se remonta a 25 años atrás. A aquella vez en que Ricardo Mollo lo invitó a ver el show al que no hubiese podido ir por impedimentos económicos. El mismo Ernesto la contó en un hilo de twitter el día de ayer. “ojalá pueda ver a Ricardo en el backstage y regalarle una remera de Los Problems…” – termino su hilo. Y así fue.
Lo de Divididos es siempre impecable. Una clase magistral de rock que no opacó ni el problema de retorno que tuvo Ricardo al comienzo. Abrieron el show con “El paisano de Hurlingham” y acto seguido comenzó a sonar “El ojo blindado”, de aquellos años de Sumo. No sería el único, pero si el que nadie esperaba.
Hubo tiempo para los infaltables, donde Catriel “descoció” los parches para luego aventar una baqueta al público. “Alma de budín”, “Sábado”, “La rubia tarada”, “Spaguetti del rock” o “El 38” demostraron por que a la banda se le llama la aplanadora del rock.
Por su parte, “Tengo” demostró que aunque pasen los años, el cover de Sandro es inmortal. Y lo de Mollo en la guitarra que, pasen los años que pasen, tiene cuerda para rato. Para cerrar, como es costumbre, llegó “Ala Delta”.
Por su parte Airbag trajo un show variado, entre humo, fuego, solos de guitarra y varios covers. Como lo fueron “Sultans of Swing” de Dire Straits, “Have You Ever Seen the Rain?” de Creedence Clearwater Revival, “By the Way” de los Red Hot Chilli Peppers, “Johnny B. Goode” de Chuck Berry o “Roadhouse Blues” de The Doors. Pero sin lugar a dudas, uno de los más celebrados fue “A Don José”.
En simultáneo, Luana Persíncula estaba haciendo de las suyas en el escenario menor. Con un look muy Lady Gaga, la uruguaya trajo la plena al Cosquín. Puso a todos a bailar con temas como “A Ella”, “Mi Primera Amor”, “Que Digan Lo Que Quieran” de Natalia Oreiro o “Inocente” de la Delio Valdez. Estaba imparable. Pero lo que dio que hablar fue su inesperada interpretación de “El poeta dice la verdad”, de La Trampa.
A su manera, quiso homenajear la música con la que creció. Y para todos los que estaban agitando de ese lado, lo superó con creces. Los demás, celebraron el rock con La Kermesse Redonda, que como de costumbre entregaron lo mejor del repertorio de los Redondos. Y se despidieron (como no) con “Jijiji”.
El egreso se produjo lentamente, mientras Clipper cerraba el escenario Renault y Rey Toro salía con toda su ferocidad para cerrar el escenario Antel, pasadas las 3 de la madrugada. Y dejando en claro que el pogo, en todos sus géneros y variantes, está más vivo que nunca.