Babasónicos lanzó “Jessico” en julio de 2001 en un país que se desmoronaba. Una crisis profunda atravesaba Argentina de punta a punta. La agitación social se manifestaba casi todo el tiempo. Las calles eran punto de encuentro para gritar descontentos, la gente no tenía trabajo. Se empezaban a conocer casos de desnutrición en niños.
En diciembre de 2001 confluyen todos los problemas que se venían arrastrando desde hacía por lo menos 4 o 5 años. Ese 2001 fue un año de violencia y cacerolazos, de choques constantes entre la fuerza pública y la gente que salía a la calle en busca de respuesta a sus reclamos.
En un país que comenzaba a incendiarse sale el sexto álbum de Babasónicos.
El antes y el después de Babásonicos en 2001
El grupo se forma 10 años antes de este disco. Corría el año 1991 cuando Adrián Rodríguez y Diego Tuñon forman Babasónicos. El primer gran éxito fue ‘D-Generación’, un videoclip con una paleta de colores vintage. Una estética muy de los años 90.
“Porque a mi generación algo le pasa…”, cantaba Adrián y era como un reclamo de casi todos los que fuimos jóvenes por aquellos años.
Telonearon a Depeche Mode y INXS , y tocaron en el Estadio de Obras como parte de la nueva generación del rock argentino.
A lo largo de los años han experimentado en varios sonidos, desde la psicodelia, al postpunk, o metal, electrodance, rap, o hip hop. Es una banda que en su largo camino no ha tenido miedo de mezclar un poquito de esto, con un poquito de lo otro.
Por otra parte, la personalidad de Adrián “Dárgelos” es realmente atrapante. Lo ha sido desde sus comienzos. Y se mantiene aún hoy, tantos años después y con su pelo platinado por el tiempo.
Es cierto que previo a ‘Jessico’ la banda ya se había ganado un buen lugar en la escena musical Argentina. Pero el disco al cual nos referimos hoy, muestra una madurez compositiva que cambiaría para siempre la forma en que Babasónicos hace música.
Y ni que hablar que ha sido fuente de inspiración para muchos artistas emergentes. Animarse a largar un disco de ese estilo en un país convulsionado fue todo un reto. Y que, finalmente, salió bien.
La música ha sido siempre esa puertita de escape para los malos momentos, es el vehículo que transporta los pensamientos fuera del cuerpo, fuera del tiempo y el espacio.
‘Jessico’
El sonido del disco irrumpió en el circuito del rock argentino, de forma fresca y natural. Con melodías que estaban perfectamente ensambladas.
Babasónicos tenía su propio estilo. Y por lo que se oía, era algo tan distinto a lo que se estaba haciendo por ese entonces, que logró que todos los periodistas y críticos de música fijaran sus sentidos en él.
La crítica en general fue estupenda. Para varias revistas relacionadas con la música, así como también para las radios, fue el mejor disco del año. Fue nominado a los Premios Grammy como Mejor Disco del Año. Al final no lo ganaron, pero el mejor premio era lo que se empezó a generar con ‘Jessico’.
El “rocksónico” se escuchaba, fluía por las calles, por las noches, por los boliches y las radios. Babasónicos era la banda del momento. Habían pasado de sonidos cargados y grandilocuentes de rock y pop a algo con menos artilugios y lleno de intenciones.
El disco es esencia pura, es una síntesis de todo lo anterior. Y como un científico que al fin encuentra la fórmula buscada, Babasónicos logró confluir todos los estilos y fusionarlos en un nuevo sonido, el “rocksónico”. Eureka!.
Sencillo, melodioso y armónico. Con unos sintetizadores que hacen “soniditos” bailables, convierten al trabajo en una gran producción.
Los cortes de difusión elegidos fueron cinco. Y cada uno de ellos, en mayor o en menor medida, fueron éxitos ni bien salieron.
“El Loco”
Es el primer corte de difusión, que a pocas horas de estar en la calle, se convirtió en éxito. La canción es suave, cadenciosa. Un sonido onírico. El video causó cierto revuelo en los círculos moralistas, ya que la primera escena muestra a tres jóvenes chicas, con uniforme de colegio, donde dos de ellas tratan de meter sus manos por debajo de la pollera de la otra.
Las letras de todos los temas es muy buena y se destaca el muy buen uso del idioma, utilizando palabras que normalmente no se oyen en ninguna banda de música.
Un dato de color sobre este tema; el instrumento que suena al principio se llama shamisen y es originario de Japón. Cuenta la leyenda que ese mismo instrumento fue obsequiado en 1998 a Carlos Menem (quién fuera presidente de Argentina ese año) y que al volver a Buenos Aires se lo regaló a Charly García. Este lo tuvo abandonado y tirado en un dormitorio por años. Alguien vinculado a los Babasónicos lo rescató del olvido y lo usó en ‘El Loco’.
“Rubí”
El segundo corte es aún más lento que el primero. Una melodía suave y lisérgica. Un viaje por una carretera desértica, donde cada tanto algún cactus se cruza en el infinito color arena del desierto. Algún lagarto que ve el viaje pasar.
‘Rubí’ es un viaje, un susurro melódico, para cerrar los ojos y dejarse ir.
“Deléctrico”
Este tema tiene uno de los estribillos más pegadizos del disco. Es una suerte de electro pop, donde el juego armónico está en el “sinte”. Es bizarro y a la vez fascinante.
El video es como esas escenas de sueños donde parece que nada tiene que ver con nada. Dice la leyenda que la canción surgió cuando minutos antes de empezar un ensayo hubo un problema eléctrico. Y mientras esperaban a Gabo, el bajista, que también era técnico en electricidad; comenzaron a cantar como zapando.
La canción quedó. Se armó, se pulió y luego fue grabada. La letra pegadiza dice en algunas partes: “Va a venir. No va a venir. O va a venir. Deléctrico”. Y se refieren justamente a Gabo que llegaba tarde al ensayo y era el único capaz de solucionar el problema eléctrico que había en el estudio.
“Los Calientes”
Es el tema encargado de abrir el disco. Y vaya si lo abre y genera expectativas de que el trabajo total va a ser genial.
Abre con un pequeño loop de batería y le sigue el sintetizador con una armonía sónica, como una nave de ciencia ficción que enciende sus motores y se eleva. De la misma forma que se eleva la música a la cabeza y nos traslada.
“Fizz”
Es una canción con una crítica dirigida hacia el “caretaje”, el “cheto” que con un poco de dinero y un golpe de suerte llega a los estratos más altos de la sociedad. A ese mundo de farándula, drogas y prostitución VIP.
Todo eso relacionado con unos caramelos que se vendían por la década de los ’90, los cuales contenían un ácido que al entrar en contacto con la saliva, generaba espuma. “Espuma social…”
Cuando dos décadas pasan demasiado rápido. Cuando un grupo de canciones quedan colgadas del éter de la ciudad, se impregnan en cada muro y en cada calle; es porque hicieron las cosas bien.
Y ‘Jessico’ es eso. Una nueva forma de hacer pop que quedó para siempre flotando en aire porteño.