Cuando uno analiza un disco lo puede hacer desde varios lugares. Técnico, es decir como está ecualizado, como suenan los graves, como se acopla la voz, etc. O que tipo de sensaciones, de fibras íntimas nos toca. O sencillamente como fan.
De cualquier forma en la que se aborde el análisis de ‘Ácido Argentino’, todas las opiniones deberían confluir en un solo punto. Este disco es historia pura de la música Argentina. Un antes y un después.
Pero todo análisis o reseña de un disco que vio la luz hace 30 años debe tener un contexto.
Las obras artísticas comprometidas, o las bandas de música comprometidas con su sociedad son un reflejo de su presente. ‘Ácido Argentino’ es una fotografía de aquellos años. Es un grito, es un puño en alto. Un reclamo de derechos, una forma de decir basta.
Es una muestra de lo más sencillo de una sociedad, una muestra del gil trabajador que todos llevamos dentro. El grito tribal de guerra de un pueblo nativo que no quiere ser arrasado.
Es resistir al Tío Sam que nos mira desde arriba, sentado en su pedestal de poder y dinero.
“Solo transmito lo que observo” dice una de las canciones. ‘Ácido Argentino’ es un mensaje al pueblo.
La génesis de Hermética
Tras la disolución de V8, de las cenizas de esa banda Ricardo Iorio formará Hermética. En su afán de seguir haciendo música convoca al guitarrista Antonio Romano. Y luego a Claudio O’Connor y al baterista Fabián Spataro, que en pocos meses dejaría la banda y se sumaría en bata Tony Scotto. Aunque poco tiempo después Scotto también dejaría su lugar para que llegara “Pato” Strunz. Quién le terminaría de dar el toque trash metal desde su lugar de excelso baterista.
El primer toque oficial de la banda fue en mayo de 1988 en el pub “Helloween” ante unas 100 o 150 personas. La máquina del trash empezaba a andar.
En el año 1989 Hermética graba su primer disco homónimo. No había mucho dinero para pagar horas de estudio así que se realizó con pocas horas. De ese disco salen clásicos como ‘Cráneo Candente’ o ‘Tú Eres Su Seguridad’ que es uno de los himnos del grupo.
De a poco se van haciendo más conocidos y dejan de tocar en pequeños lugares para empezar a tocar en Cemento, lugar emblemático del rock argentino.
Para el año 1991 entra a la batería Strunz. Este sería un gran cambio en el sonido de la H. y con esta formación comienza el proceso de grabación de ‘Ácido Argentino’.
Ácido Argentino, el proceso de una obra maestra
Es el segundo disco de estudio de la H. Si bien los temas sociales, políticos y hasta filosóficos estaban presentes desde su primer disco, en este trabajo todo suena más delicadamente pulido (si es que delicado y pulido entran en la descripción de un disco de trash).
La discográfica al ver que el primer material discográfico tuvo buena recepción, decidió destinar más presupuesto para la grabación. Por eso es que Ácido suena con mucho mejor calidad que el disco debut. Pero, como hemos aclarado antes, el gran cambio en el sonido de Hermética es la entrada del “Pato” Strunz a la batería, que también introdujo el doble bombo, haciéndolo más notorio. El grupo adquiere así, un sonido más trashero.
Desde el arranque todo parecía que iba a ser épico. El arte de tapa estuvo a cargo de José Laluz y es todo un tema aparte.
En la tapa se ven imágenes icónicas de una etapa de la época de los ’90. Un Tio Sam con un rostro de malvado que con sus manos intenta apretar el cuello de Libertad. Cruces de madera y buitres esperando por carroña.
Hay un indio nativo de estas tierras junto a dos esqueletos. Se ven criollos, hombres de campo, con caras apesadumbradas. Sobre uno de los costados vemos policías y militares llevándose a alguien. Más atrás las abuelas de plaza de mayo. Unas manos atadas y por detrás unas vías que llevan hacia una mina cerrada.
Según muchos críticos esta tapa es una de las mejores del rock argentino. Parece tener en sus dibujos todas las letras de las canciones del disco. Es un excelente trabajo gráfico.
Alguien dijo una vez que la tapa de Ácido Argentino es la tapa del Sargent Pepper del menemismo.
El sonido del disco
En cuanto a la voz, nadie puede decir que el señor O´Connor no ha nacido para cantar metal. Tiene la dureza, la aspereza de sus notas, el carisma de un tipo que se roba la escena con su sola presencia. Canta desde las vísceras y se nota. No habrá otra voz igual en el metal argentino.
El primer tema es ‘Robo un auto’. El disco arranca a toda velocidad. El riff de Romano es muy bueno, repiquetea con la púa sus cuerdas de metal. Iorio galopa a través del brazo del bajo y el doble bombo de Strunz cierran un primer tema a toda velocidad.
Le sigue la ‘Revancha de América’. El que galopa al principio del tema ahora es Strunz, golpeando los toms como los cascos de un caballo. El título de la canción lo dice todo, pueblos precolombinos que son invadidos, arrasados, violados y quemados. Cuenta lo que todos sabemos, pero que algunos quieren esconder; o pintar de otros colores, que no son el color de la sangre derramada por los pueblos nativos. Un continente saqueado en nombre de los reyes, de un dios o del progreso.
‘Memoria de Siglos’ es un tema con una marcha más lenta y pesada. La guitarra otra vez se roba el protagonismo. El riff del principio debería ser parte de las escuelas de guitarra. Es genial. Así como también el punteo de Romano. La lírica es más poética que en otros temas.
La cuarta canción es ‘Predicción’. Es un tren surcando los rieles a toda velocidad, la batería a mil por hora, la voz de O´Connor llega a sus notas más agudas. Es el grito del oprimido.
‘Atravesando todo límite’ tiene una historia particular, misteriosa y triste. Esta canción fue escrita por la novia de Iorio, Ana Mourin. Cuenta la experiencia de Iorio buscando a su cuñado. Este había salido un día de su casa en busca de una conexión divina. Al principio se dirigió a San Luis solo con su morral y un par de biblias, pero a la semana volvió porque vio mucha gente y turistas y no era el ambiente que buscaba.
A las pocas semanas se volvió a ir para nunca más volver. Esta vez el destino fue el noreste argentino, había viajado a unas montañas. Nunca más se supo de él; nunca fue hallado su cuerpo. Simplemente desapareció. Quizá y sin quizá, es el tema más emotivo del disco.
Unas guitarras limpias abren la canción ‘Del Camionero’. Las primeras estrofas las canta Ricardo Iorio, esa voz grave y media campera. Luego entra la parte más metalera de la canción y O´Connor toma la posta en la voz.
Luego llega un clásico de la banda, del metal, de la música argentina: ‘Gil Trabajador’.
Un tema más emparentado con el speed metal. Imposible no identificarse con la letra de esta canción. Todos somos ese gil trabajador o lo hemos sido. El sacrificio, las madrugadas y las llegadas tarde a la casa; atravesar toda la ciudad por unas limosnas llamadas sueldo.
La voz es un demonio cantando visceralmente la verdad de muchos trabajadores. Un clásico. Un grito de guerra.
‘Evitando el ablande’ es una canción de unión entre metaleros, de encuentros en los shows, es como la canción de la hermandad, de los que se sienten iguales, y distintos a los que vienen de lugares de mayor poder económico. Es un tema mucho más sentido.
‘En las calles de Liniers’ empieza casi como si fuera cualquier tema punk. Es el más melódico de los temas del disco, pero ojo que melódico no quiere decir que no haya mucho metal. Es un observador que ve cómo la vida de cada uno es indiferente de las demás, y todos andamos de aquí para allá enredados en nuestras miserias. Así seamos mendigos o un policía que le pega a su pareja. Así seamos uno de esos pasajeros que se bajan de los trenes.
El último tema es un instrumental llamado ‘De Pismanta a Bauchaceta’.
Así cierra ‘Ácido Argentino’ la obra cumbre del metal argentino.
El legado de Hermética
Hermética fue la banda que revitalizó el género trash metal en Latinoamérica. En aquellos años no había trash en nuestro idioma. Casi todas las bandas más conocidas eran estadounidenses, desde Metallica a Pantera.
Que una banda de ese género musical cante sobre cosas nuestras de todos los días, de nuestras sociedades; que nos cantara sobre el político corrupto, o del empresario que abusa de sus empleados; o que reivindicara el derecho de los indios nativos, fue algo tan inesperado como bien recibido.
Por eso la H ha dejado un legado enorme en la música Latinoamericana.
Luego de la polémica disolución de la banda surgieron otras dos, un ser que hace mitosis, pero estos núcleos no serían idénticos. Y cada uno tendría su personalidad y su camino en la historia.
Mientras que por un lado Ricardo Iorio formó Almafuerte, por el otro Claudio O´Connor, Romano y Strunz crearon otra mítica banda Malon.
Durante años estas dos bandas estuvieron enfrentadas, llegando incluso, a dedicarse temas entre sí.
Malon ha sido quien ha mantenido por años la bandera de “La H no murió”.