La noche caía serena sobre Cabra, y los pasos hacían eco por las calles vacías, con sus luces tenues… a la espera. Es la segunda vez que Vanesa Martín se presenta en el Auditorio Municipal Alcalde Juan Muñoz. La primera vez fue en el 2017.
Aún con el sol besando el horizonte, los primeros en llegar lentamente iban tomando sus lugares. Siete veces si llegaba a Cabra.
Puntualmente, a las 22 horas, las luces del escenario se encienden; y entre el humo y los focos, comienza a dibujarse por detrás la figura de Vanesa, cantando a cappella ‘no te pude retener’.
Musculosa, calza y botas negras; chaqueta amarilla que se tornaba verde manzana cuando la luz le daba indirecta, a medida que comenzaban a sonar los primeros acordes de Inventas, y el público se descolgaba en aplausos.
Una gira que viene de recorrer Madrid, Málaga, Córdoba, Barcelona y Girona, desemboca en Cabra, con la promesa de hacerla vibrar en una recorrida por su último material discográfico y aquellos temas que han calado tan hondo en su público, aquellas canciones infaltables.
“De todas las mujeres que habitan en mi, juro que hay algunas que yo sí conozco” – sorprende Vanesa y los presentes hacen eco con aplausos.
Cada lugar es diferente, cada concierto lo es, y también su público. Si bien hay quienes siguen a Vanesa en todas sus giras alrededor de España, hay algo que se genera en cada show que lo hace único e irrepetible. Y no me refiero únicamente al hecho de agregar la maravillosa versión de ‘la quiero a morir’ en sus shows en Madrid. Hay una magia que se dispara en cada escenario que va más allá de una lista de temas o de sus interpretaciones.
Llovieron las luces en Cabra
Por un momento el auditorio enmudeció, Alberto Miras comenzó con la intro de ‘llueven las luces’ y el público lo captó al instante. Con las linternas de sus celulares encendidas, cada presente acompañaba la cadencia del que conforma el segundo tema del disco; no era otra cosa que Vanesa Martín logrando que Llovieran luces sobre Cabra
Con el subidón de un tema que hace que el pecho se expanda a la búsqueda de aquello que hace bien, Vanesa toma la guitarra para interpretar ese tema que todos esperaban: ‘de tus ojos’.
Y así siguió la recorrida por un disco que la reafirma como una de las mejores cantautoras de España.
Acompañada de siete músicos, piano, guitarras eléctricas, acústicas, violín, violoncelo o cantando a cappella; brillando con la iluminación 360 grados o con tan sólo un foco de luz blanca sobre si, Vanesa transmite, y lo hace a la perfección. “No habrá una ciudad donde no me emocione”, y su público tampoco.
Una recorrida necesaria
La noche se gozó con aquellos temas que han calado tan hondo en los espectadores, que hacen que sea imposible que no se pidan a gritos en cada show. En varias ocasiones Vanesa se dirigió al público para contar alguna infidencia o explicar el orígen de alguna canción.
Es el caso de ‘Adiós de Mayo’ y esa anécdota que siempre saca una carcajada a quien la escucha.
También fue la ocasión especial para hacer una recorrida por discos anteriores. Dijeron presente Todas las mujeres que habitan en mi, Munay, Crónica de un baile, cuestión de piel…
Ya sobre la mitad de la noche, Joaquín Calderón cantó ‘La escalada‘, una versión muy rockera maravillosamente acompañada por Omar Alcaide, Alba Haro, Daniel Arjona, Francis Martín, Andrés Tomás Rodríguez y Alberto Miras, que le dio el tiempo necesario para que realizara un cambio de vestuario.
Con un mono negro de Karl Lagerfield y tenis blancos, anunciaba la llegada de esos temas en los que es imposible no bailar y saltar, como lo hizo Vanesa recorriendo todo el escenario de punta a punta. ‘Caída libre’, ‘Déjame a mí’, ‘llega el momento’, fueron algunos de ellos.
La energía para ese punto de la noche ya era inmensurable. Y con esa soltura que tiene Vanesa de saltar de emoción en emoción, llegaron ‘Ni tu ni yo’ (el onceavo tema del disco Crónica de un baile), que la llevó a apartarse a un costado del escenario al final, para disfrutar de un mágico cierre al violín por Joaquín Calderón.
Sin pausa le siguió ‘Polvo de mariposas’ y el público coreó al unísono “aun sigo creyendo en el polvo de las mariposas, no quiero unas alas que vengan ya rotas…”, uno de los tantos momentos mágicos que tuvo la noche. Seguidamente comenzaron a sonar los primeros acordes de ‘Arráncame’, con unos giros tonales que sorprendieron.
Una y mil veces, siete veces si.
Vanesa es una cantautora con todas las letras, interpreta con su voz, con sus manos, con su cuerpo. Se desgarra la piel en el escenario. Uno puede sentir como se materializan sus historias, como la intensidad sentida desborda de ella, colándose entre las luces hasta llegar al público.
Una artista que te atrapa, te remueve. Hace de una noche una recorrida por todas las emociones. Un viaje introspectivo, un recuerdo, un confesionario, un despojo de fantasmas, un abrir los brazos a lo nuevo, a los sueños, al futuro. Sus letras están cargadas de los sentimientos más puros y crudos, sentimientos que nacen desde las entrañas. Pero también desde la ilusión y la inocencia de quien mira la vida como un niño.
Con las emociones a flor de piel, así se despidió con ‘Y vuelo’. Un grito de libertad, el impulso necesario para permitir que la vida te sacuda de lleno y cale hondo. El deseo de gritar siete veces si y las veces que haga falta. Siete veces si a la vida, al amor y a la libertad, siete veces si a Vanesa Martín y sus luces. Siete veces si a este disco y a esta gira que recién comienza.
Una y mil veces Vanesa, siete veces si.