Bestia, el nuevo álbum de Miss Bolivia, marca su regreso a la escena musical después de seis años desde su último lanzamiento, Pantera. Este disco, compuesto por nueve canciones, de las cuales siete son colaboraciones, presenta una diversidad de estilos que van desde el rap y el rock hasta la cumbia y la música urbana.
Cazzu, Eruca Sativa, Perota Chingó, Muerdo, Loli Molina, Piti Fernández y Romea, son los artistas que colaboran en este disco, que fue producido por la propia Miss Bolivia y Matías Cella.
La cantante juega al borde entre la innovación y la tradición. Incorpora sonidos nuevos pero sin perder su estilo. Las letras son un componente crucial del álbum, y un reflejo de la identidad artística de Miss Bolivia. Hay colaboraciones muy bien logradas, como lo es “Tu cabeza”, junto a Piti Fernández. En esta pista, la convergencia de géneros distintivos se realiza con tal destreza que cada elemento musical parece haber encontrado su lugar predilecto, ensamblándose en un todo coherente y fluido. La interacción entre los artistas y sus respectivas influencias musicales se materializa en una sinergia perfecta, donde las diferencias no solo coexisten, sino que se potencian mutuamente. En “Tu cabeza”, cada nota, cada ritmo y cada palabra ocupan un espacio que parece haber sido diseñado específicamente para ellos, resultando en una composición donde la unidad y la diversidad se celebran en igual medida.
Por otro lado, encontramos “ke ganas de no verte nunca más”, un clásico de los 80 que en esta versión se transforma con ritmos de cumbia y RKT. En el intento de Miss Bolivia por reinterpretar un clásico inmortalizado por Valeria Lynch, se evidencia una desconexión palpable con la esencia que originalmente definía a la canción. La nueva versión presentada en el álbum “Bestia” se percibe como un ejercicio desafortunado que distorsiona el sentimiento y la intensidad que caracterizaban al tema original.
La fusión de géneros, en lugar de enriquecer la pieza, termina por confundirla, creando una cacofonía que desvía la atención del oyente de la narrativa central. La elección de ritmos y arreglos, lejos de ser innovadora, se siente forzada, lo que contribuye a una experiencia auditiva que roza lo irritante. La interpretación vocal y la interacción con los nuevos elementos musicales no logran capturar ni transmitir las emociones crudas que la versión original comunicaba con tanta eficacia. Lo que debería ser un homenaje o una reinterpretación fresca se siente más bien como una desarticulación de la identidad musical que la canción tenía, resultando en un producto que no solo no añade valor al original, sino que lamentablemente lo desmerece.
Esta versión de “Ke ganas de no verte nunca más” representa, desafortunadamente, una oportunidad perdida de celebrar y reimaginar un clásico, quedando en cambio como un ejemplo de cómo la ambición de reinventar puede, en ocasiones, conducir a un resultado que no logra resonar ni con los seguidores de la nueva ola ni con los nostálgicos del original.
Por otra parte, “Pekadora” una cumbia que nos transporta de regreso a la esencia y el estilo que definieron su álbum “Miau”, de 2013. En este tema, Miss Bolivia recobra la ironía y la agudeza lírica que la caracterizaron, entregando letras que son tanto provocadoras como incisivas, evocando aquel espíritu mordaz y perspicaz, presente también en su trabajo anterior.