Khea lanzó “TAROT: Del cielo al infierno”, su nuevo EP

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En una escena urbana que en los últimos años se volcó a la fusión pop, la nostalgia reggaetonera y las colaboraciones de manual, KHEA decidió jugar una carta distinta. Su nuevo EP, TAROT: Del Cielo al Infierno, lo devuelve a un terreno que conoce de memoria, el trap, pero filtrado por influencias que no estaban en su radar hace cinco años.

El trabajo reúne siete temas que funcionan como capítulos de un mismo mazo, cada uno con su propia estética y estado de ánimo. “Oreo de Fresa” y “Nudes” exploran la sensualidad desde un código descarado, casi cinematográfico, mientras que “Range Rover” y “Con Otra” se inclinan hacia un trap más musculoso, cargado de bravuconería y flow áspero. “Del Cielo al Infierno”, el track que da nombre al EP, se presenta como el núcleo conceptual, un puente entre la oscuridad y la euforia, con un beat que respira y golpea a la vez.

No está solo en esta partida. Almighty, Lucho SSJ y Salastkbron aportan texturas y matices que rompen la monotonía que a veces acecha en este género. Ahí está parte del valor del disco: la sensación de que KHEA eligió a sus invitados por lo que podían sumar al universo, no por el peso de sus nombres en la industria.

El concepto visual merece su propio párrafo. Cada canción viene acompañada por un visualizer inspirado en cartas de tarot, con ilustraciones que juegan con la simbología esotérica sin caer en la estética genérica de “misticismo de stock”. Refuerza la narrativa de tránsito entre extremos (lo celestial y lo terrenal, lo puro y lo corrupto) que atraviesa el disco.

Grabado en Miami bajo la dirección sonora de Awesome Pierre, el EP reúne a un equipo de productores (YoPoppi, Lil Geniuz, MaddBoy, ElHigh, entre otros) que entienden el ADN del trap pero no temen ensuciarlo con elementos nuevos: percusiones que rozan lo tropical, sintetizadores densos que coquetean con la electrónica y un manejo de silencios que deja respirar las barras. El resultado es un sonido más pulido que el de sus inicios, pero sin perder la aspereza que lo hizo destacar cuando irrumpió en la escena.

¿Es este el mejor trabajo de KHEA? No necesariamente. Pero sí es uno de los más consistentes en términos de dirección artística. No hay tracks que suenen como relleno para completar la cuota de streaming y, aunque no todos los temas tienen la misma pegada, la narrativa global sostiene el interés. Es un lanzamiento que parece más pensado para escucharse de principio a fin que para ser desmembrado en playlists.