Es la primera vez que Kany García se presenta en Uruguay, y lo hace por partida doble. Dos shows íntimos, para un público reducido en La Trastienda. En dos semanas se presenta en el Luna Park de Buenos Aires, luego de haber actuado el año anterior en el Gran Rex, con entradas agotadas. Además, viene de dar shows impresionantes en Chile y Colombia, presentando “El amor que merecemos”. Pero este fin de semana, le tocó descubrir el público uruguayo, desconocido hasta el momento.
Está parada en el centro del escenario, con una amplia sonrisa y la voz calma. Sus palabras son un soplo de aire fresco. Agradece mucho la posibilidad de ir abriendo nuevos caminos, de ir descubriendo nuevos públicos. Resalta la importancia de volver a tocar en lugares más pequeños, sobre todo cuando uno ya “ha caminado un poco”, porque le brindan la oportunidad de tener a la gente cerca, mirarla de frente e interactuar de una manera en la que en lugares multitudinarios, no es posible.
La iluminación es perfecta. Suficientemente brillante como para resaltar su presencia en el escenario, pero cuidadosamente ajustada para no ser abrumadora ni distraer de sus palabras. Los tonos cálidos y suaves casi se pueden palpar. Al fondo, reposa sobre una mesa, la bandera uruguaya. Mesa a la que Kany vuelve entre tema y tema, para tomar un sorbo de agua de uno de los vasos.
Unos minutos atrás abrió la segunda noche con “Mi plan de vida”, el primer track de “El amor que merecemos”, y desató un coro enérgico que se mantuvo durante toda la noche. Mientras intercalaba canciones de su último disco, con anécdotas de vida, algunos gritos irrumpían la escena. La puertorriqueña aprovechó para bromear acerca del público Uruguayo y algunas “locuras” desatadas la noche anterior.
Un mensaje de sororidad
“Hay canciones que a veces me obligan a cambiar el discurso, porque no es lo mismo lo que sucede en Colombia, que lo que sucede en México, Puerto Rico o Argentina… pero lo que si pasa, es que hay canciones que sin importar a donde voy la realidad es la misma.” Con estas palabras introductorias, ya podíamos adelantar que el próximo tema sería “Justito a Tiempo”, una canción que relata la historia de una mujer que logra salir a tiempo de una relación violenta, salvando así su vida.
Pero Kany no quería tan solo introducir la próxima canción. Se tomó el tiempo suficiente para reflexionar acerca de la situación de la mujer latinoamericana, de la normalización de la violencia, y de las luchas que las mujeres atraviesan para hacer valer sus derechos.
“Pareciera que es una mas, la historia trillada, un feminicidio tras otro. Es la realidad de latinoamericana y es muy triste que normalicemos algo tan severo como es la violencia y la inequidad de género.”
Se podría decir que “Justito a tiempo” es una canción con dos opuestos muy absolutos. Por un lado, es una cumbia con un ritmo alegre, que invita a bailar. Y por otro, tiene una letra conmovedora, que denuncia una realidad muy triste. Y esto precisamente, es algo que Kany se encargó de aclarar antes de cantarla:
“Cada vez que una muere, muere algo dentro de nosotras y cada vez que una logra salir justo a tiempo de una relación de violencia de género, la forma en que sea, también debe de ser un festejo para nosotras. La canto en cumbia por esa razón, pero en el corazón la sigo cantando con tristeza.”
Kany tiene una habilidad especial para escribir letras que transmiten sentimientos y emociones genuinas. Acompaña sus melodías con un tono de voz suave y a la vez potente, lo que le permite transmitir vulnerabilidad y fuerza al mismo tiempo. Su mirada transparente refleja experiencias cercanas que logran conectar con el público sensible y genuino que la acompaña.
Amor propio y representación
Para cuando llegó “Bailemos un blues” no quedó nadie en la silla. Mientras una bandera de la diversidad se agitaba al fondo, una pareja bailaba como si estuvieran absolutamente solos en mitad de la pista. Él la toma de la cintura y le canta mirándola directamente a los ojos, y se produce una especie de efecto dominó que invita a varias parejas a bailar pegados.
“Hay canciones que nos hacen bien” – había dicho Kany unos minutos atrás. Y la energía que inundaba la Trastienda lo confirmaba. Podría decirse que ha sido el concierto con más abrazos, de todos los géneros, de todas las edades.
“Los derechos humanos son de todos, nos afecten o no, y los derechos de la comunidad LGBTQ+ también son importantes. Necesitamos aliadas y aliados. Necesitamos Gente que no es parte pero que entiende que el amor no hace daño a nadie, y que no hay nada de malo con ningún ser humano.”
Se tomó en varias oportunidades el tiempo para dejar un mensaje claro: de amor, sororidad, empatía y respeto. Celebró el autocuidado y el amor propio. Mientras los colores cálidos creaban una atmósfera envolvente que complementaba y realzaba el mensaje de sus canciones. Esas canciones que hablan del amor bueno y bonito, de quererse bien y de amarse en libertad. Esas canciones que son para bailar y soltar el cuerpo.
Kany mueve las caderas a ritmo de bachata e invita a todos a bailar. Se reconoce muy mala bailarina, pero no le importa, porque le gusta y la pasa bien. Invita a todos a expresarse en libertad, cantando o bailando, sin importar lo ridículos que puedan parecer, o lo desafinados que se escuchen. Porque como dijo, nada está mal si se hace desde el corazón.
Al fin y al cabo, Kany también quiere lo que todas se merecen en la vida, y si no, mejor quedarse sola.