Álvaro Díaz vino a Buenos Aires a contar una historia. Y como toda buena historia, tuvo de todo: momentos de euforia, de nostalgia, de locura y de catarsis. El Sayonara Tour aterrizó en el C Art Media, y lo que pasó ahí adentro fue un viaje a través de la mente de un artista que no le tiene miedo a sus propios fantasmas.
La escenografía, las visuales y hasta la narrativa de la noche parecían sacadas de una película de ciencia ficción con tintes emocionales. “Te Vi en Mis Pesadillas” arrancó la noche con un beat oscuro, mientras en la pantalla aparecía S1TA, una inteligencia artificial que, en la lógica del show, guiaba (o manipulaba) el destino del artista.

Tras el inicio casi cinematográfico, el show tomó un giro frenético con “PLN”, “18+1” y “Kawa”, canciones que transformaron la sala en un club underground donde el sudor y el bass eran protagonistas. El momento en que Taichu apareció para “Presión” fue de los más explosivos de la noche: una conexión genuina entre dos artistas que entienden el juego del directo. Nada de apariciones forzadas ni feats por compromiso.
Lo interesante del Sayonara Tour es que no se queda en la fiesta. Cuando el setlist dio paso a temas como “Funeral” y “Ramona Flowers”, la energía del lugar cambió. No era tristeza, pero sí un peso en el ambiente. Como si el público estuviera procesando algo junto con él.
La clave del show fue el conflicto entre olvidar y recordar. S1TA, en su rol de guía digital, le ofrecía a Díaz la opción de borrar sus recuerdos, una especie de metáfora sobre el desamor, la ansiedad y la reconstrucción personal. En “BBYSITA”, el artista se dejó llevar por la vulnerabilidad de sus letras, y el público lo acompañó en cada verso.

“Peli de Terror”, con la aparición de Lara91K, trajo un giro sensual al set, mientras que “No Llores Si Me Voy” marcó el momento de redención: en lugar de borrar el pasado, el artista decidió abrazarlo.
El cierre llegó con “Gatitas Sandungueras”, que dejó al público sin aliento, y “Yoko”, que sirvió como despedida perfecta. La promesa de que, aunque esto sea un Sayonara, siempre habrá una próxima vez.