Cuatro años después de “Miénteme”, María Becerra y Tini vuelven a cruzar caminos en “Hasta que me enamoro”. Se trata de un capítulo que se inserta en el universo conceptual que Becerra lleva construyendo con paciencia de arquitecta. En este caso, el relato se concentra en Shanina, su alter ego más vulnerable, ese personaje que pone en evidencia las contradicciones de la obsesión, la dependencia emocional y el autoengaño.
“Hasta que me enamoro” opta por un marco rítmico marcado por el afrobeat. La producción de XROSS sostiene el tema con un pulso hipnótico, casi minimalista, que deja espacio para que la vulnerabilidad de Shanina se exprese sin disfraces. La letra es directa: habla del vértigo del amor cuando la necesidad de compañía se convierte en una trampa emocional. Ahí radica la fuerza del single: no busca glorificar el romance sino mostrarlo en su costado más inquietante, casi como un espejo incómodo.
El videoclip, dirigido por Diego Peskins y producido por Virgen Films, amplifica esa tensión. Ambientado en un psiquiátrico moderno, Shanina aparece atrapada en una especie de opresión emocional que roza lo claustrofóbico. La irrupción de Tini funciona como punto de fuga, como detonante de la liberación. La narrativa audiovisual no es un mero acompañamiento, sino parte de la construcción de un universo que María viene expandiendo desde Ramen para dos y Infinitos como el mar. Aquí el guion se vuelve más oscuro, más crudo, y confirma que la estética Becerra no se conforma con ser telón de fondo: es motor de significado.
La trilogía de Shanina
Con este lanzamiento, María cierra la trilogía de Shanina, el alter ego que apareció primero en “Ramen para dos” y se consolidó en “Infinitos como el mar”. Lo interesante de este personaje es que no funciona solo como artificio estético, sino como un mapa emocional. Shanina es la representación de lo extremo, del exceso sentimental, del desborde.
El regreso de esta dupla llega en un momento bisagra para María. No solo agotó en noventa minutos su primer River Plate 360°, sino que se prepara para convertirse en la primera artista argentina en llenar cuatro veces el Monumental, con más de 85.000 personas por función.
El recorrido reciente de María confirma una expansión sin pausa. Desde Viña del Mar hasta Coachella, pasando por colaboraciones con Yandel, Paulo Londra o J Balvin, cada paso construye una narrativa que combina lo global y lo íntimo. En Hasta que me enamoro, esa narrativa se condensa en tres minutos de vulnerabilidad y ritmo, en un relato que recuerda que detrás del fenómeno masivo sigue habiendo una artista interesada en contar historias con capas y matices.
Tini aporta lo suyo con naturalidad: la complicidad que ya habían mostrado en Miénteme aquí reaparece con otro color, más maduro, menos explosivo pero más cargado de tensión. No es una alianza forzada ni un reencuentro de conveniencia: hay química real, y eso se traduce en una canción que evita la tentación de repetirse.