Lali es la artista femenina más ganadora de los Premios Gardel 2025

lali en los gardel 2025

LALI fue una de las grandes protagonistas de la 27ª edición de los Premios Gardel a la Música, celebrada en el Teatro Coliseo | Foto: Nacho Arnedo

En la edición 2025 de los Premios Gardel, Lali se llevó tres galardones que consolidan un año de alto voltaje artístico: Canción del Año, Mejor Canción Pop y Mejor Videoclip Corto, todos por “Fanático”, el tema que ya viene funcionando como bandera de su último álbum “No vayas a atender cuando el demonio llama”. Que una artista con seis discos a cuestas logre encender de nuevo las alarmas del pop argentino no es menor. Que lo haga en un momento donde la industria está más centrada en la estrategia de algoritmo que en la apuesta conceptual, lo vuelve aún más interesante. Aunque también más complejo de mirar.

“Fanático” es una canción que se monta sobre un beat potente con alma de hit, pero cuya lírica apunta al caos de la era digital: fake news, culto a la personalidad, amor como trinchera y odio como extensión del deseo. Lali ya no quiere gustar: quiere incomodar, provocar, hacerse preguntas incómodas. La canción no es complaciente ni predecible, y eso, en el universo pop, todavía tiene valor.

El videoclip, que también ganó en su categoría, apuesta a una estética visual cargada de tensión, jugando con el fanatismo como doble filo. Amor y obsesión, fidelidad y delirio. Es un trabajo que, más allá de lo técnico, logra una narrativa inquietante que se impone al cliché de la diva del pop domesticada.

El premio a Mejor Canción Pop (tercera estatuilla de la noche) es quizás el más esperable de los tres. “Fanático” es pop, sí, pero también es otra cosa: una canción que no se deja encasillar ni siquiera por sus propias intenciones. Como si la artista, en lugar de buscar el aplauso, estuviera tratando de provocar una incomodidad específica en quienes la escuchan desde el lugar cómodo de la admiración sin fisuras.

Foto: Tadeo Jones

¿Una nueva reina del pop argentino?

Más que coronarla como “la nueva reina del pop argentino” (una etiqueta que se repite con demasiada ligereza), quizás sea más preciso pensar a Lali como una artista que está tentando los límites del mainstream desde dentro. Y eso la vuelve, al menos por ahora, una figura que incómoda. Los Gardel la premian, sí. Pero también la rodean de cierta tensión: ¿hasta dónde se puede estirar la cuerda sin romperla?

Los premios, ya sabemos, dicen poco por sí solos. Pero en este caso funcionan como señal de que Lali está en el centro de una conversación que va más allá de los charts. Está hablando de fanatismo, de ruido mediático, de amor como enfermedad y como consuelo. Está sacando a pasear al demonio (el propio y el ajeno) y nadie puede decir que no lo advirtió desde el título.

No todo en “Fanático” es perfecto ni revolucionario. Hay momentos donde la canción se recuesta sobre fórmulas conocidas, y donde el videoclip cae en lugares comunes visuales del universo pop distópico. Pero también hay hallazgos. Y coraje. Y eso, en una escena muchas veces anestesiada por el algoritmo y el miedo a perder seguidores, todavía vale como mérito artístico. Lali ganó. Pero también se la jugó. Y esa, quizás, sea la mayor victoria.