Selena Gomez y Benny Blanco asisten a la 97a entrega anual de los premios Oscar el 2 de marzo de 2025 en Hollywood, California | Foto: Emma McIntyre/Getty Images
Si Rare fue el momento en que Selena Gomez dejó de intentar agradar y empezó a sonar como ella misma, I Said I Love You First es el álbum donde se atreve a mostrarse en carne viva. Pero esta vez no lo hace sola. Benny Blanco, productor y ahora también pareja oficial, se suma a la ecuación en lo que parece más un diario a dos voces que un lanzamiento pop tradicional.
No es un álbum conceptual, pero tampoco es un compilado de singles diseñados para TikTok. En I Said I Love You First, los beats no gritan, susurran. Hay momentos en los que pareciera que Gomez está cantando desde el fondo de una habitación mal iluminada, con la voz quebrada y el corazón en la mano. Y Blanco, lejos de robarse el show, actúa como una especie de alquimista emocional, hilando texturas que van desde el R&B atmosférico hasta el pop acústico minimalista, sin despeinarse.
¿Es un disco para las masas? No. ¿Es el disco que los fans de Selena querían? Quizás no. Pero, sobre todo, es el disco que Selena necesitaba hacer.
Una lupa sobre la intimidad
La portada lo dice todo: los vemos a través de un ojo de cerradura. No hay trajes brillantes, ni fuegos artificiales. Hay vulnerabilidad. La idea parece clara: este no es un álbum para sonar en estadios, sino para escucharse con auriculares puestos y las defensas bajas.
En varios tracks, Gomez deja ver que ya no le interesa jugar el juego de la estrella pop que todo lo puede. En su lugar, ofrece una versión mucho más humana de sí misma: alguien que ama, duda, se arrepiente y celebra, todo en el mismo suspiro.
Hay joyas. Algunas canciones—sí, esas que todavía no sabemos si son cartas de amor o despedidas disfrazadas—conectan de inmediato por su honestidad cruda. Otras, sin embargo, se pierden en una producción demasiado contenida, como si el álbum tuviera miedo de sentirse demasiado.
Eso no quita que haya momentos brillantes. Gomez sigue siendo una narradora hábil, y su capacidad para llenar los silencios entre líneas es lo que le da peso a esta colección. Benny Blanco, por su parte, evita las fórmulas pop que lo hicieron famoso y apuesta por una estética más íntima, casi lo-fi por momentos, que le sienta bien a la historia que están contando juntos.
I Said I Love You First no pretende reinventar la música pop, pero sí plantea una pregunta interesante: ¿qué pasa cuando dos artistas se aman de verdad y deciden colaborar sin filtros? El resultado, como cualquier relación real, es imperfecto, honesto y profundamente personal.
Es un disco que tal vez no todos entenderán a la primera, pero que probablemente dejará huella en quienes estén atravesando esa misma etapa en la que el amor ya no se canta para exhibirse, sino para entenderlo.